Honduras y los sueños de cambio


Mario Ramos_ Perfil Casi literal

Hace dos semanas recibí una invitación inesperada: una carta firmada por la presidenta electa de Honduras, Xiomara Castro, en la cual me invita a acompañarle en el acto de juramentación y promesa de ley para asumir la Presidencia de la República de Honduras. Y, por supuesto, asistiré. Honduras vive un momento histórico, no solamente por el hecho de elegir a la primera mujer que será mandataria de la nación, sino también por desmembrar el bipartidismo con la elección más votada de la historia «democrática» del país; y, por si esto fuera poco, por derrocar lo que se venía enfilando como una dictadura muy bien estructurada que en doce años ha sumergido a Honduras en la incertidumbre, la violencia y el narcotráfico, institucionalizando la corrupción a niveles impensables.

Octavio Paz dijo que «Una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos». Al parecer en las elecciones del 29 de noviembre de 2021 quisiera creer que el pueblo hondureño finalmente despertó y lo hizo en las urnas, y digo «quisiera creer» porque la evidencia muestra que sufrimos de amnesia histórica. Olvidamos fácilmente los errores del pasado, enredándonos una y otra vez con los mismos políticos que parecieran estar empeñados en destruir el país. Pero hoy en Honduras se respira esperanza.

A Xiomara Castro se le presenta una oportunidad inusual de hacer historia y ser más que la primera mujer presidenta de Honduras. Con una democracia debilitada y con tantas carencias y corrupción no parece tarea fácil; pero, de la misma manera, tampoco podría ser tan difícil, si tomamos en cuenta de que en la última década las cosas se han hacho tan mal en Honduras que el simple acto de hacerlas bien ya sería un gran cambio.

Si el objetivo es sacar a Honduras de esas honduras, el método parece simple: hacer las cosas correctamente. Es decir, comenzar un proceso de limpieza institucional y una gobernanza para todos los ciudadanos, respetar la ley a todo nivel social y apostarle a la educación, el arte, la ciencia y la tecnología —por mencionar algunos temas— y no dedicar los cuatro años de gobierno a proselitismo en busca de una reelección o reforma constitucional que el mismo pueblo la pedirá si las cosas se hacen bien.

Actualmente en Honduras no existe un Estado de Derecho ni una democracia. Lo primero porque no todas las personas, instituciones y entidades públicas y privadas están sometidas a las leyes, las cuales no se cumplen ni aplican con independencia; y lo segundo, porque la democracia —que John F. Kennedy definía como «una manera superior de gobierno»— se basa en el respeto de las personas como seres racionales, y en Honduras existe una enorme carencia de respeto producto de la indiferencia social.

En muchas ocasiones la ignorancia de términos limita nuestros derechos. Debemos entender que democracia es mucho más que votar cada cuatro años y que es un valor esencial para la libertad y donde todos los ciudadanos somos iguales ante la ley. En otras palabras, en un país con democracia la soberanía reside en el pueblo, quien la ejerce directamente, mientras que los que ostentan cargos de elección popular son simplemente representantes de nuestra voz. Es por ello que se debe cuidar de no caer en excesos, desigualdad y despotismo. Hay que fortalecer la democracia con más democracia.

Ahora la moneda está en el aire y dependerá, en gran parte, de la nueva administración y de la presidenta electa que los hondureños obtengan mucho más que una esperanza, más que un discurso bonito o una sonrisa amigable. Honduras necesita de acciones, seguridad, educación, salud y los derechos básicos que cualquier ser humano requiere para vivir decentemente. Ahora bien, si estos sueños de cambio se vuelven una realidad, esta podría ser la mejor carta en la baraja para la familia Zelaya Castro de abrirle paso a su siguiente generación que podría aspirar a la presidencia.

Por eso hoy reafirmo lo que publiqué en mi cuenta de Twitter el pasado 29 de noviembre: «… Ahora doña Xiomara, viene su parte de cumplir con lo prometido y restaurar el país. Y por favor, no olvide gobernar para todos los hondureños porque todos somos Honduras. Nosotros comenzamos este cambio entregándole el país, ahora le toca a usted».

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