Porque las especies de plantas acuáticas poseen sus secretos. Hay quienes incluso documentan los procesos de crecimiento, cambio y adaptación o cómo una bráctea se torna translúcida en bajas temperaturas en solo segundos. Si bien la Calla Palustris que me ocupa ya mutó, es importante anotar que las plantas tienen memoria, y lo que ahí vive, se va también transformando. Lo vivo una vez, será energía del futuro. Tal floralis ha logrado resistir suelos: ácidos, erosionados, yermos, arcillosos. Agua contaminada o potable. Empozada o de pequeño jarrón decorativo con lama en sus bordes. Incluso la blanca escarcha, la cual le produce la aparición de venenosos lunares marrones en su tallo.
Su naturaleza acuática le ha permitido echar raíces dinámicas. Es decir que usted puede “transplantarla”. De aquí, hacia allá, y puede ver sus raíces conectadas, flotando en agua, sobre un montoncito de tierra dentro de una macetera de vidrio. A veces se aprecian solo sus terminaciones alimentándose únicamente con la vitalidad líquida o prejuicios de plantas creídas para la fluida circulación de la clorofila.
De origen zantedeschia, sí, pero sobresale “el detalle”: que no importa, pues aunque sufra sus metamorfósis y le crezcan membranas y cabello de angel púrpura, y aunque incluso en la regresión al punto cero pueda verse su ascendiente salutación al sol, siempre será para el hortus O una Calla Palustris con dos tipos de movimiento: uno real y otro imaginario. Será real cuando deslice rocío por su pistilo, será imaginario porque no cuenta con el ocaso de una institución francesa de plataforma, pues bien sabido es que la soledad ilustrada no cuenta y Monet prefirió los Nenúfares.
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