Ojo aquí…


Angélica Quiñonez_ Perfil Casi literal 2En más de una o siete ocasiones he hablado de cómo los fenómenos de las redes sociales revelan lo más desagradable de humanidad. En resumen, en Internet la narrativa es conformar y señalar porque la individualidad en pensamiento o emotividad son vilmente atacados por cada idiota que no entiende la sutileza, el desacuerdo, la hipérbole o el sarcasmo. Tristemente nos conformamos con señalar a otros para sentirnos más nobles, coherentes, morales o hasta inteligentes. Por eso no deja de cautivarme el éxito de la infame cuenta ¿cómica?: @EsDeMamador.

Originada en México, la cuenta se dedica a exponer las publicaciones de «aquel o aquella persona que posee una afinidad para el mame intenso». Generalmente, un mamador es quien se afana en presumir su intelecto, cultura o refinamiento: el tipo que necesita recordarle a todos sus seguidores que prefiere ver la representación de Tosca en el MET antes que un partido de la Champions; o la tipa que con fingida humildad anuncia que gastó miles de pesos en la boutique de Gucci.

En sus inicios, la cuenta destacaba la presunción (o más bien el clasismo solapado) de aquellos que necesitaban comparar su calidad de vida con una multitud conformista e ignorante. Una captura de pantalla bastaba para cosechar miles de comentarios de sorna e insulto. Y es que en parte es entendible burlarse de esa sosa intelectualidad tan blanca y eurocentrista que plaga a Latinoamérica. En lugar de analizar su entorno y las consecuencias del poscolonialismo hegemónico, los intelectualoides del Tercer Mundo prefieren halagarse con su desdén por banalidades como el reggaetón, el futbol o las telenovelas.

Alimentada por las contribuciones de sus seguidores, la cuenta @EsDeMamador poco a poco fue ampliando la definición del mame para incluir publicaciones de fanáticos religiosos, politiqueros, veganos, feministas y cualquier otro promotor de una idea alternativa. Irónicamente, la cuenta también comenzó a burlarse de los progres, o cualquier persona que denunciaba la desigualdad de clase, género, etnicidad u orientación sexual en sus publicaciones. Pero de eso se trata la humanidad: de contradicciones e incoherencias arbitrarias. Habrá quien diga que solo es una cuenta de entretenimiento, pero a la larga es solo otra interpretación del señalamiento virtuoso que poco a poco ha coartado la supuesta libertad de expresión que nos prometían las redes sociales en sus primeros e inocentes días.

El anti-intelectualismo memético que ha inspirado esta cuenta es ahora una actitud normalizada que ataca algo tan sencillo y humano como la individualidad, la curiosidad y la inspiración. Acaso todos nos hemos autocensurado para evitarnos la inconveniencia de un ridículo screenshot.

En 1984, novela de George Orwell, surgió el concepto del doblepensamiento: el ejercicio simultáneo de conocimiento e ignorancia donde se es consciente de la realidad pero se interpreta con mentiras cuidadosamente hiladas. No puedo evitar pensar que estamos cada vez más acostumbrados a mentirnos así, externa e inmanentemente. Somos cada vez menos genuinos y coherentes y —acaso por eso— más patéticos.

Pero bueno, supongo que de eso se trata encajar. Y todo lo que exceda seguramente es de mamador.

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