Hace un tiempo leí un artículo interesante sobre las diferencias entre las novelas Un mundo feliz de Aldous Huxley y 1984 de George Orwell, las típicas obras de cabecera para cualquier otro fanático de la lectura y las distopías, como nosotros. El artículo llega a una conclusión algo obvia pero en la que es necesario hacer énfasis: estamos en la continua batalla entre ser dominados por el miedo o por el placer, y aunque parezca más cierto que en nuestra actual sociedad somos más dominados por lo segundo, puedo afirmar que el miedo aún es el causante de nuestra indiferencia.
Durante las últimas tres semanas que he estado de gira en Estados Unidos me he dado cuenta de lo marcada que está la dualidad entre miedo y placer. La sociedad de esta nación norteamericana es más compleja de lo que pensamos, con una gran diversidad de personas con posturas que no son ni la demócrata ni la republicana y que, al igual que nosotros, están siendo controlados por una cúpula que busca hacerlos enemigos entre ellos mismos y contra el resto del mundo.
Si bien la sociedad norteamericana es mundialmente conocida por su consumismo, uso excesivo del plástico (tarjeta de crédito) y su farándula, también —estadísticamente— son los que recibirán el mayor bombardeo de información durante toda su vida, que les diga no sólo cómo vestir y qué comprar, sino además a qué deben temerle.
El miedo viene disfrazado de causas nobles como la «seguridad nacional», y por eso hay que detener por más tiempo a los latinos o mediorientales en los aeropuertos porque seguramente esconden drogas o bombas entre sus abrigos y turbantes. Cargar burka es un atentado contra la moda occidental y llevar algún símbolo socialista entre tus pertinencias es un pecado contra el capitalismo. Y ni qué decir si naciste negro y decides llevar tu afro y rastas con orgullo: no nacer blanco te hace 52% más vulnerable de no recibir una buena educación, terminar en una pandilla o quedar desamparado en las calles; si naciste black tendrás a la policía siempre respirándote en la nuca, siguiendo tus pasos, acechándote.
Los medios de comunicación son los que alimentan todo este tipo de patrañas y crean estos enemigos imaginarios en las mentes de todos. Buscan refugios en los placeres de las compras, azúcares y dinero (mucho dinero), una mezcla entre los dos grandes temores de la literatura explicados por Huxley y Orwell. Se puede decir entonces que se vive placenteramente temeroso.
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¿Quién es Corina Rueda Borrero?