Es tiempo de resoluciones. Es casi imposible de evitar. Todos los años, sin falta, comenzamos enero con buenas intenciones. Este será el año en que sí bajamos esas diez libras, en que finalmente nos decidimos a ejercitarnos, comer sano y aprender algo nuevo cada día. Ni siquiera importa qué vayamos a aprender, lo que importa es la resolución.
Hace un año me propuse leer. No importaba qué tipo de libros, simplemente había decidido que lo más importante era leer y disfrutar de lo que estaba leyendo. Sigo pensando lo mismo, pero quizás ahora he descubierto una pequeña excepción a la regla. No estoy segura porqué. He pasado mi vida entre muy snob y muy liberal para mis compañeros, sin lograr nunca encontrar un punto medio satisfactorio, pero el nuevo año me ha sorprendido pragmática. Debe ser que me estoy poniendo vieja.
La sola idea me resulta absurda —¿vieja yo? No, si todavía me gusta quedarme despierta hasta tarde, releer Harry Potter y ver películas animadas—. Seguramente no me estoy poniendo vieja. Quizás solo me estoy volviendo sabia.
Leer ha sido uno de los más grandes placeres de mi vida —y digo esto a pesar de que mi antigua filosofía me impulsaba a leer de todo, a terminar la lectura de cualquier libro que hubiera empezado sin importar lo malo que estuviera y a darle una oportunidad a cualquier género, cualquier escritor y cualquier idioma mientras pudiera entenderlo.
Leer es una aventura, la chispa que despierta la imaginación y que nos mantiene queriendo, soñando, pensando. Más importante que eso, es quizás el mejor alimento para nuestro cerebro. Y de ser así ¿por qué alimentarnos con cosas malas? ¿Por qué pasé tantos años leyendo libros que no me gustaban porque creía que tenía que terminarlos? ¿Por qué no me rendí a tiempo y dediqué esos preciados segundos que me ha dado la vida a cosas que de verdad me llenaban? ¿Por qué me tomó tanto entender?
¿Resoluciones para 2017? Esta es la mía: no voy a perder más el tiempo en cosas que no disfruto, en lecturas que no me apasionan y en cosas que no me llenan. Hay que leer más, sí, pero también hay que leer bien; y con eso no me refiero solo a buenos libros, sino a los libros que uno quiere leer y los que lo hacen a uno feliz. Y si eso significa leer lo que todo el mundo está leyendo, que así sea. Y si significa llevar la contraria, pues mejor aún.
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¿Quién es Lissete E. Lanuza Sáenz?