De intelectuales y políticos se pobló la Tierra


Ingrid Ortez_ Casi literalEl origen del término intelectual tiene sus raíces en el latín, conformado por el prefijo inter —sinónimo de «entre»—, la palabra lectus —«leído»— y el sufijo al —equivalente a «relación»—. Se refiere a personas que estudian la realidad y reflexionan sobre los problemas sociales, buscando educar, proponer debates y explicar acontecimientos. Se considera que estas personas tienen la obligación moral de orientar y fomentar la reflexión crítica.

A través de la historia encontramos a grandes pensadores y filósofos, hombres y mujeres que dieron en su tiempo luces a nivel de esa reflexión crítica, generando conocimiento e ideas determinantes para la evolución de la sociedad, pero ausentes hoy en muchos escenarios.

Se ha creído que estos seres sabios deberían estar en posiciones de poder. Grandes intelectuales irrumpieron con su misión de iluminar e influenciar, poniendo al servicio de la sociedad sus conocimientos. Así fue como pasamos del comunismo al socialismo en la búsqueda de la transformación de la sociedad, construyendo naciones para luego rendirse a esas ideologías e imágenes salvadoras que luego se tornaron en dictaduras, en capitalismo y neoliberalismo, en devastadoras de la inteligencia. Hoy la mayoría son buscadores de oro y poder.

El intelectual ha tenido papeles interesantes dentro de la política y los políticos descubrieron en algún momento la conveniencia de enlistarlos en sus filas de lucha, pretendiendo dar a sus intereses esa aureola de pensamiento que envolvía a los pensadores de tiempos remotos, y así legitimar su corrupción hasta llegar a lo que tenemos: intelectuales al servicio de políticos, quienes son una mezcla letal entre ignorancia y criminalidad con un enorme séquito de payasos que les hacen sus campañas y todos sus mandados.

Al ponerse al servicio de la política el intelectual pierde independencia y credibilidad. Su compromiso es con la sociedad, no con la tesis de un partido político.

Siglo XXI: ¿dónde están los intelectuales? Muchos se enrolaron en ideologías a conveniencia, perdiendo la autocrítica con tal de disfrutar de los placeres del poder. Ya no importa qué partido político es; pues tanto izquierda como derecha, arriba o abajo, buscan el mismo objetivo: conseguir el poder para su propia ganancia.

Latinoamérica se extravió entre ideologías y marionetas de la política. Así fue como se pobló de políticos e intelectuales que bailan bajo el mismo techo. En Honduras, donde la carencia de intelectuales es notoria, los pocos existentes vendieron su compromiso por un plato de lentejas a una política condicionada por la corrupción, la estupidez y los intereses económicos de Estados Unidos.

No debemos olvidar que el siglo XXI nos trajo una clase de políticos —nacidos no sé de cuál averno, quizás para hacernos pagar nuestra poca responsabilidad ciudadana— carentes de razonamiento lógico y compromiso ético. Fue así que aquellos pensadores, especialmente en Honduras, que abandonan su condición de intelectuales cuando se unieron al equipo de los bandidos, se volvieron abanderados de políticos corruptos y sin escrúpulos.

La intelectualidad integrada a la política se vuelve garante de falsas democracias: es decir, de dictaduras. Ya no habría críticos que se mantengan al margen y sean objetivos, pues se volverían la coartada perfecta para el criminal de turno. El siglo pasado eran considerados personajes con notoriedad por su trabajo que dependía de su inteligencia para criticar la sociedad y los poderes establecidos, donde su obligación era trabajar con las ideas, proponer teorías y ejercer crítica, influyendo en la opinión pública a favor del pueblo y de lo correcto. Con el tiempo algunos tuvieron un compromiso ciego con gobiernos cuyo régimen marcó la historia de forma negativa, muchos fueron perseguidos y condenados. Hoy solamente podemos ver cómo reina la estupidez en el amorío entre político e intelectual. Parece ser que el poder y sus placeres se volvió una pesada lápida sobre la voz de grandes pensadores y críticos.

El político ahora es aconsejado por grandes bufones especialistas en hacer el ridículo en Tiktok e Instagram como «influencers», llenando al pueblo de más ignorancia e idioteces. Ya no necesitan de letrados que los señalen y desnuden, sus propuestas políticas son entretenimiento para un pueblo sumido en la ignorancia y sin capacidad de razonar y decidir.

Tanto intelectuales como políticos entraron a las filas de lo banal, convirtiéndose en el espectáculo más vulgar del siglo y donde medios, tanto escritos como televisivos, publican sus payasadas. Solo se necesita aprender la habilidad del bufón y en Honduras parece que hay cantidad de expertos que han tomado control de campañas políticas, empresas publicitarias y medios de comunicación —estos últimos hace mucho que perdieron el norte—. Panem et circenses es la receta de los políticos e intelectuales para la fiesta de la ignorancia y en noviembre Honduras tendrá un espectáculo más.

Cada tiempo ha estado marcado por grandes voces que llevaron a muchos países a revoluciones y cambios. Los pensadores movían a las masas a buscar esos cambios para el pueblo, eran medidores con gran injerencia en la sociedad. En el caso de Honduras han callado y renunciado a su responsabilidad con la historia, un síntoma grave de la enfermedad que vivimos como sociedad, la cual nos ha llevado a la comodidad y al servilismo, a la pobreza y la miseria.

Hoy en Honduras las voces de las marionetas políticas salen a la calle, bailan, mienten y dicen estupideces. El pueblo aplaude y da su voto. No importa si es un criminal, mentiroso, narcotraficante o exconvicto. No hay nadie que los señale y haga reflexionar a un pueblo ciego. Somos una generación devastada por la ignorancia donde el país se ha terminado de vender.

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