Hace algunos días se estrenó en los cines locales una película surcoreana de terror titulada Tren a Busan (2016), del director Yeon Sang-ho. Este filme de zombis pasó sin pena ni gloria por las carteleras y ya fue retirada para dar espacio a otra de zombis más hollywoodenses: Resident Evil 6.
Las secuencias de acción en Tren a Busan están muy bien logradas e integran de una manera magistral la interacción entre imagen y banda sonora, remitiendo a los logros de películas post apocalípticas como 28 Weeks Later (2007) o The Divide (2011), que también logran crear escenas, por llamarlas de alguna forma, poéticas, de mucha intensidad. Son secuencias que quedan plasmadas en el imaginario del espectador por su alta calidad artística y dramática; a fin de cuentas estamos hablando del fin de la humanidad. Asimismo, el desarrollo de la historia está muy bien logrado, además de contar con una dirección osada en el uso de las tomas, lo cual hace que sea una película visualmente interesante.
Sang-ho con esta película logra explorar la naturaleza humana en situaciones de vida o muerte, pues a pesar de contar una historia de terror, se adentra en temas sociales que siempre estuvieron en sus películas animadas. Al igual que George A. Romero en su clásica Noche de los muertos vivientes (1968), no solo los zombis son la amenaza, sino además los sobrevivientes a causa de su propia naturaleza humana. Como dijo Sartre, «el infierno son los otros». Esto me remite a la exploración psicológica que hace Rod Serling en uno de los episodios de The Twilight Zone, específicamente en «The Shelter», en donde una reunión de amigos pasa de la cordialidad a la manifestación de las peores características humanas ante la amenaza de un inminente ataque nuclear.
Existen otras similitudes entre Tren a Busan y la Noche de los muertos vivientes: el contexto de donde surgen ambas películas a pesar de que las separan casi 50 años. Por un lado, Romero crea su película de zombis en plena Guerra Fría; por el otro, Sang-ho crea sus películas en un punto álgido entre las tensiones entre las dos Coreas, con las recientes pruebas nucleares y de lanzamiento de misiles por parte del gobierno socialista de Kim Jong-un.
En ambas películas, de una y otra forma se ven evidenciados los temores de sus realizadores, su angustia ante la posibilidad de enfrentamientos devastadores, que es lo que a fin de cuentas nutre el clima de horror asfixiante y sin salida de ambas tramas. Esto es lo que crea el género post apocalíptico, pareciendo haber una relación paradójica entre zombis y las armas nucleares, pero razonable como reflejo del posible fin de la civilización y del mundo tal y como se conoce.
Aunque estas películas fácilmente podrían ser tomadas como B movies por su exhaltación a lo grotesco, en ellas existe también una reflexión de los más profundos temores humanos, y entre tanta realidad infernal, un llamado a la cordura.
†