“Empezó hace dos años, en el banco de una plaza. Allí, señor…donde usted trataba hoy de adivinar el secreto de una hoja”.
Osvaldo Dragún
Recientemente, llegó a mis manos la obra Historia del hombre que se convirtió en perro, escrita por el autor argentino Osvaldo Dragún. Leyéndola cuidadosamente es imposible no visualizar los rostros de millones de hombres y mujeres latinoamericanos que, en aras de satisfacer sus necesidades básicas, renuncian a la posibilidad de optar por un empleo en el cual puedan laborar en condiciones dignas para que el pan no falte en la mesa.
Este drama narra la historia de un hombre que, al no encontrar el empleo que buscaba, decidió ganarse la vida fingiendo ser un perro. La metáfora de esta obra es tan contundente que reflexionar en torno a ella no es una tarea difícil pues, como mencioné, es el drama que viven millones de trabajadores latinoamericanos.
Por desgracia, el desempleo, subempleo y la explotación laboral son temas que generalmente se abordan brindando cifras exorbitantes y análisis económicos que paradójicamente no serán comprendidos por la mayoría de personas afectadas por estos fenómenos sociales. Es como si detrás de ello hubiese una estrategia macabra para ocultar el verdadero rostro de esta problemática: uno con labios secos por el hambre y ojos hundidos a causa de la miseria y la explotación.
En la obra de Dragún, el protagonista se acostumbra tanto a comportarse como un perro que, pasado el tiempo, ya no puede caminar erguido. Y esa es la realidad de todo aquel que ha sido explotado laboralmente, se acostumbra tanto a su condición que se olvida que es un ser humano con derechos y más aún, un ser humano con dignidad.
Lamentablemente, hablar sobre derechos laborales es un tabú, pues rápidamente se vincula el tema con sindicalismo e ideologías de izquierda; sin embargo, estoy firmemente convencida de que si se abordase el tema desde una perspectiva más abierta y humana y menos polarizada políticamente hablando, donde se generen debates que visibilicen todas las aristas del problema y donde podamos escuchar a todas las voces afectadas, sería menos complejo encontrar soluciones conjuntas al respecto.
Por lo pronto, les recomiendo esta lectura. En estas fechas en que los consumistas se alborotan y cuando el planeta se contamina aún más con juegos pirotécnicos, leer a Dragún no nos vendría nada mal para conocer mejor el mundo donde vivimos y el suelo que pisamos.
†
¿Quién es María Alejandra Guzmán?
Muy interesante su comentario,
«Lamentablemente, hablar sobre derechos laborales es un tabú, pues rápidamente se vincula el tema con sindicalismo e ideologías de izquierda; sin embargo, estoy firmemente convencida de que si se abordase el tema desde una perspectiva más abierta y humana y menos polarizada políticamente hablando, donde se generen debates que visibilicen todas las aristas del problema y donde podamos escuchar a todas las voces afectadas, sería menos complejo encontrar soluciones conjuntas al respecto.»
Por ejemplo Henry Charles Carey presenta el hecho del trabajo como uno que requiere que el hombre sea remunerado de acuerdo a la productividad de ese trabajo, y que esa remuneración se convierte a si en acumulación y nueva producción a un nuevo nivel, con personas que pueden contratar otras profesiones. Esto lo dice contraviniendo a las ideas de los economistas de la tendencia principal David Ricardo y siguientes. Y demostrando que la tesis de los rendimientos decrecientes es falsa en general y es generadora de esclavitud.
Henry Charles Carey fue el asesore de Abraham Lincoln y sobre esta base teórica se libro la guerra de secesión. Mientra que la tesis de Ricardo fue asumida por Carlos Marx y convertida en el núcleo principal de su obra El Capital.
Saludos y perdone el nivel de detalle de lo aquí expresado.