Pienso que personajes como Fidel, Ernesto Guevara, Camilo, Raúl y demás barbudos que llevaron a cabo la revolución cubana se circunscriben perfectamente en esa digna categoría de “hombre rebelde” que tan bien problematizó el señor Camus.
El verdadero posicionamiento de izquierda representa un desmarque. Significa apostar porque el sistema imperante en occidente (el capitalismo) puede ser desquebrajado. Se trata de concebir posible otra sistematización económica y política, pero también cultural; basada en la ética, el bienestar social y la concientización de la importancia de pensar en colectivo, alejándonos lo más humanamente posible de todo tipo de egoísmo.
Claro, el pensamiento posmoderno vino a proponer la lapidación de los grandes relatos, pero también es cierto que ha sido tergiversado y, en buena medida, ha fracasado en cuanto a la necesaria invitación que lanza para alcanzar la apertura y la comprensión de la multiculturalidad y multiplicidad que existen en el mundo. Una prueba de ello es que cada vez más se globaliza en este planeta un unívoco sistema; la unipolaridad de la derecha impera a pesar de su primitivismo y de las consecuencias que trae consigo. Desde esta perspectiva Cuba y su revolución, con sus aciertos y desaciertos, continúan representando “lo otro” y la confirmación de que con suficiente convicción se puede caminar siguiendo el horizonte de las utopías.
Fidel ha muerto a los noventa años tras cumplir su ciclo vital, demostrando que no es imperante morir por las ideas, sino que resulta consecuente vivir por ellas. El pasar del tiempo desprenderá lucidez y hará justicia a la hora de analizarlo como personaje histórico. Pero bueno, podemos desde ya declarar que lo ético en nombre de la memoria y del estudio de la historia debe ser el escudriñamiento de su accionar desde un contexto temporal ̶ en cuanto a las diferentes etapas de la revolución, por ejemplo ̶ así como geopolítico. Tampoco se puede olvidar el terrible embargo económico ejecutado por el imperialismo. Tal y como lo entiendo, resulta indigno voltear a ver a Fidel desde una doble moral y desde ingenuidades políticas.
El legado de la revolución cubana y el valor de ese corajudo pueblo son palpables en cada cubano que en esa isla nunca ha carecido de lo básico que debe cubrir un aparato estatal. Las cifras de los logros revolucionarios están documentadas en diversidad de estudios y análisis, muchas veces realizados incluso por instituciones, medios y/o personas detractoras de su sistema político y económico, y que por supuesto no están de acuerdo con la forma de concebir el mundo desde el socialismo. Cuba, la revolución y Fidel nos invitan a deconstruir lo arraigado, a decolonizar lo impuesto, a reconocer y abrirnos a lo inédito, a lo poco probable, a otras acciones más humanas.
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