Inicio o pretexto para escribir sobre literatura policial


Francisco Alejandro Méndez_ Perfil Casi literalA finales de la década de 1990 e inicios de los 2,000 me embarqué de Guatemala a Costa Rica a estudiar: primero, una maestría; y luego, un doctorado. Una época realmente mágica y de mucho aprendizaje también fuera del ámbito académico ya que el pueblo en el que viví, Barva, de Heredia, aportó mucho a mi carrera como escritor. Para ello tuve que renunciar em Guatemala a la dirección de un medio que le contaba las costillas a los mal llamados «Padres de la Patria», a una crisis existencial y a Rilke, un hermoso weimaraner que luego me alcanzaría en las tierras de Yolanda Oreamuno.

Los cinco años de universidad fueron fabulosos ya que tuve catedráticos y catedráticas que me marcaron por su humildad y enseñanza. Mis compañeros, de casi toda Centroamérica, también fueron fundamentales para crecer en este campo.

Sin embargo quiero decir que esa fue una época en que como estudiante debí trabajar en varios campos desconocidos para mí hasta esas instancias. Trabajé desde estríper —que en Costa Rica se les conoce como Mary Pepinos— pasando por taxista pirata hasta de profesor en un par de universidades; todo porque la beca no me alcanzaba para comprar los libros que yo quería y, claro, tampoco para las cervezas.

El caso es que mis diferentes trabajos, clandestinos o de incógnito, me dieron la posibilidad de comprar cientos de libros de novela negra —cientos de libros de literatura policial, sin exagerar— que, cuando regresé a mi país, metí dentro del cajón delantero de un Volkswagen escarabajo y con el que hice un par de viajes por toda esta cintura de América, tan diversa y tan común.

Debo agregar que conocer músicos, escritores, escultores, poetas, pintores, cineastas y dramaturgos de varias partes del mundo fue enriquecedor. Algunas de las anécdotas que pasé con muchos de ellos las traeré a colación en esta saga de textos en las que pretendo dialogar sobre los orígenes y desarrollos de la novela policiaca.

Mi idea es proponer, a través de mis lecturas y la poca crítica que existe sobre la literatura policial, un corpus y una discusión sobre este tipo de narración que de este lado del charco, es decir, Latinoamérica, todavía no están incluidos en la mayoría de carreras de Letras y pocas veces son temas de talleres o congresos.

Por ahora no queda más que enviarles un abrazo a las y los lectores de (Casi) literal y les pido que sobrevivan a la pandemia, ya que, como dice el descuartizador, vamos por partes.

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