“La única manera de lidiar con este mundo sin libertad es volverte tan absolutamente libre que tu mera existencia sea un acto de rebelión.»
Albert Camus
Este pasado 7 de noviembre se cumplieron cien años del nacimiento del ensayista, novelista, dramaturgo, filósofo, periodista y ganador del Premio Nobel de literatura, Albert Camus. Este francés es un referente dentro de las letras respecto al compromiso y la resistencia ante cualquier acto totalitarista, viniese este desde cualquier ideología.
Fue criado en el entorno de una familia modesta de colonos franceses en Argelia, lugar sobre el cual el mismo Camus comentaría tiempo después, que nadie a su alrededor sabía leer. Su madre, Catalina Elena, era casi sorda y su padre, Lucien Camus, fue herido en combate durante la Primera Guerra Mundial y fallecería en el hospital el 17 de Octubre de 1914, por lo que la familia Camus se trasladaría a la casa de la abuela materna, una señora de rígido carácter y disciplina sólida. Desde niño fue un apasionado jugador de futbol, desenvolviéndose en la posición de portero, solitario en la portería pero solidario con el resto de sus compañeros. Realizó sus estudios alentado especialmente por el profesor Louis Germain, a quien le agradecería ese aliento con enorme gratitud dedicándole el discurso de su premio Nobel.
En 1942 se publicó su primera novela: El extranjero, y también el ensayo El mito de Sísifo, obras que rápidamente ante la crítica lo marcarían como un escritor y pensador existencialista, aunque el rechazó esta especie de etiquetas hacía su obra. En ellas se expone la visión del ser humano que se cuestiona una serie de inquietudes universales, aún sabiendo que habrá una gran cantidad de preguntas sin definitivas respuestas.
Durante la Segunda Guerra Mundial apoyó a la resistencia, siendo uno de los fundadores del periódico clandestino Combat, ejerciendo como escritor y editorialista. Albert Camus comenzó a figurar como una fuerte personalidad en el medio intelectual y entre los autores del existencialismo. Era fiel asistente a fiestas del medio, se le ha descrito como un Don Juan y es de conocimiento público que mantuvo relaciones con bellas mujeres de la época. También llegó a tener una relación de amor y odio con el filósofo Jean Paul Sartre. La relación entre ambos desembocó en una agria y mediática polémica, ya que Sartre lo acusaba de sedentario en cuanto a la resistencia, de independencia de criterio y de traicionar las ideas comunistas, mientras Camus señalaba a Sartre de inmoral en cuanto a su vinculación ideológica-política con el comunismo soviético, ya en declive, que desde su percepción, estaba causando gran daño.
La obras de Albert Camus son exquisitamente reveladoras, aportan y apuestan una forma de ver el mundo, desde una posición filosófica de ese ser humano que percibe el absurdo a la vuelta de cualquier esquina, pero que lejos de achiquitarse y acobardarse, se engrandece en vitalidad, osadía y rebelión en búsqueda de la libertad.
De lo que se puede estar seguro, según Camus, es de esta vida, de la verdad del hombre, y es esa la que hay que defender y gozar. El ejercicio constante en búsqueda de plenitud, a través de la conciencia del absurdo, gritar y abrirle las puertas a la vida que es aquí y ahora. Algunos apuestan por otras dimensiones, Camus apuesta por darse, por enriquecer la vida, por rebelarse ante lo injusto, por arriesgar el pellejo de vez en cuando, por la libertad y la verdad del hombre etcétera. Feliz cumpleaños, rebelde y gran Albert.
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Primero, felicito a Sergio Castañeda por este excelente ensayo que, principalmente, invita a leer a Camus. Me identifico hondamente con esta alegría y responsabilidad.
Segundo, comparto un fragmento del autor que es, en mi opinión, de lo más bello que puede hallarse en sus páginas (de entre todo lo bello que hay en éstas): “Prisionero de la caverna heme aquí solo frente a la sombra del mundo. (…) Y si yo intento comprender y saborear este delicado sabor que me ofrece el secreto del mundo, es a mí mismo a quien encuentro en el fondo del universo. (…) dejadme recortar este minuto en la tela del tiempo, como otros dejan una flor entre las páginas de un libro. Ellos aprisionan el recuerdo de un paseo en el que el amor los ha rozado. Yo también me paseo, pero es un dios quien me acaricia. (…) ¿Y cuándo soy más verdadero y transparente sino cuando soy el mundo? (…) No es ser feliz lo que yo deseo ahora sino solamente ser consciente. (…) Cada minuto de vida lleva dentro de mí su valor de milagro, y su rostro de eterna juventud”. (Enero de 1937).
Creo, y tal vez Sergio comparta conmigo, que Camus revitaliza cada idea y cada sentimiento que toca. Las palabras, antiguas camaradas, recuperan en sus obras su original y más profundo sentido: la filosofía vuelve a ser amor; la libertad vuelve a ser honestidad; la justicia vuelve a ser amistad; la literatura vuelve a ser una búsqueda de verdad y de belleza; tanto el dolor como la alegría vuelven a ser territorio común de todos los seres.
Saludos.