Juegos de equilibrio es el nombre del más reciente cortometraje del director guatemalteco Gustavo Maldonado que tiene como marco espacial barrios de la urbe del país. Se trata de la historia de Juan, un hombre perteneciente a una clase media-baja y quien asegura estar enamorado de Magdalena, cuya verdadera identidad va siendo descubierta conforme la historia avanza. La supuesta relación entre ambos se encuentra en declive, condición que comienza a agobiar la psique de Juan, sumergiéndolo poco a poco en una evidente crisis. Esta circunstancia lo llevará a descubrir las delgadas diferencias entre lo que considera amor acompañado del drama que se forma entorno a éste y el simple apego o el miedo a la inevitable soledad que experimenta el ser humano.
Esta producción cinematográfica no tiene reparos en mostrar de forma honesta, dura y bien lograda temas metafísicos como también problemáticas de la realidad urbana del país. Es, sin lugar a dudas, una crítica a ese melodrama tan arraigado en Latinoamérica del que la sociedad guatemalteca no se escapa. Juan, ese personaje principal que refleja ingenuidad y confusión, es víctima de su afán al aferrarse a aquel ideal de la mujer que afirma amar y en cuya relación proyecta un claro complejo de Edipo no superado.
Ante las inseguridades acrecentadas por el momento que atraviesa su existencia, Juan comienza a confundirse cada vez más y el equilibrio parece ser un juego que no logra dominar, mezclándolo además con guaro, coca y una aventura de faldas hasta que finalmente llega aquel desolador pensamiento de dejarse caer, literalmente, al vacio.
Esta historia y su protagoniza difícilmente pueden resultarnos ajenos, pues en algunos ámbitos más que en otros podría resultar tan latinoamericana y característica la confusión de una pasión que éste asegura sentir y que encuentra irreductible a la razón. Ese desconcierto entre pasión y un mero apego lo hará descubrir de forma poco agradable que las nociones sobre lo que es el amor son relativas y en ocasiones pueden golpear violentamente, más aún cuando a las inseguridades humanas y la soledad se le suma la herencia del melodrama telenovesco.
El filme golpea con la cruz que se carga en los momentos emocionalmente bajos y en general en las coyunturas de un país de tristeza histórica, y es que conforme el cortometraje va llegando a su fin, reconocemos a ese sujeto solo y atormentado, pero de igual forma, timado y víctima, no únicamente de su ingenuidad sino también de un sistema que desborda problemáticas que producen bastedad de situaciones y atentados que cualquier guatemalteco puede o ha experimentado en la cotidianidad.
Es el reflejo de la existencia humana con sus pasiones e incertidumbres, con sus engaños y búsquedas entre el problema filosófico del suicidio o el seguir andando… y justamente allí, donde nos topamos cara a cara ante la realidad, descubrimos que la vida transcurre entre juegos de equilibrio.
†
chilero encontrar este texto, buena onda Sergio, por tomarte el tiempo!