El pensamiento positivo (I)


Juracán_Perfil Casi literal

Las leyes están hechas para torcer a los jodidos.

Luis Alfredo Arango

 

En el epígrafe con que empiezo la columna de hoy no necesita ser citado el célebre escritor totonicapense; sencillamente es el pensar y sentir de todos los guatemaltecos que de una u otra manera nos hemos visto defraudados por el estado, por las autoridades, por la legislación. El nivel de impunidad y descaro al que hemos llegado reclama que al menos, recurramos a la desobediencia civil ante disposiciones administrativas que buscan el bienestar de una minoría en perjuicio de las grandes mayorías.

Como sé muy bien que una exhortación de éste tipo no hará más que alertar a los esbirros y testaferros que el gobierno actual paga para vigilar los medios de comunicación, expongo detenidamente mis argumentos:

Hará un poco más de ciento veinte años, Emil Durkheim publicó su libro De la división social del trabajo. Procurando responder de forma categórica y científica tanto a las teorías absolutistas planteadas por Hobbes y John Locke, al positivismo legalista de Rosseau, como al utilitarismo de Bentham, Spencer y Stuart Mill.

Todo éste conglomerado de teorías sostienen que tanto el estado como la idea de moralidad es la consecuencia de una guerra sin cuartel de todos contra todos, que el hombre es por naturaleza egoísta y por lo tanto, el buen funcionamiento de la sociedad consiste en buscar el equilibrio entre los diferentes intereses contrapuestos creando instituciones y leyes que los contrarresten.

Pese a ser uno de los tratados más profundos y completos sobre la cuestión que ocupaba a juristas y sociólogos desde hacía más de cien años, su publicación no obtuvo la atención que merecía, y por lo contrario, quedó relegada durante mucho tiempo hasta que fue retomada como sustento teórico de algunos movimientos obreros a mediados del siglo XX.

Las causas de este hecho son múltiples: a) haber sido desplazada y eclipsada por el marxismo, otra teoría que si bien no le era contraria, tenía muchos puntos en común; b) la gran extensión de su proyecto: Durkheim no pretendía solamente resolver el problema del origen histórico de la sociedad, sino plantear una teoría general de la moral, y por si fuera poco, hacer una descripción analítica de los problemas económicos y sociales que veía a su alrededor; y c) su crítica frontal hacia el positivismo (que menos que teoría, es una justificación teórica de los prejuicios sostenidos por la burguesía y el poder acumulado por la libre empresa), resultó mucho más que incómoda. A falta de mejores argumentos, intentaron desacreditarla e invisibilizarla, consiguiéndolo en buena medida.

El problema de cómo ha surgido la sociedad que rodea y determina a cada ser humano no fue siquiera planteado con seriedad hasta ya entrado el siglo XVII. El interés que muchos filósofos de la antigüedad y la Edad Media tuvieron por este tema estaba ligado, cuando mucho, a la arqueología o a la antropología (entendida aquí como esa curiosidad por la forma en que viven otros pueblos, calificados de «menos civilizados») antes que a la política. No fue sino hasta que el comercio se reveló como una fuerza política en ciernes que la religión fue vista como una forma de propaganda, y la peste trajo hambre y escasez en toda Europa, cuando hombres ligados a las monarquías y administración pública se plantearon la cuestión.

Naturalmente, como herederos de una tradición, su enfoque se concentra en defender las instituciones vigentes y plantear algunos casos curiosos. El espíritu de la ilustración, aún hoy proclamado por el capitalismo, se caracterizó en sus inicios por una actitud crítica ante el dogmatismo religioso. Apoyándose en los adelantos científicos de su tiempo, su proyecto fue aclarar la correlación auténtica entre «sujeto» y «objeto», entre verdad y realidad.

«La Ilustración», concepto nacido de la teoría de Leibniz de que las ideas innatas existen en el hombre desde la creación del mundo como algo oscuro, pero que se van «iluminando» mientras el ser humano hace uso de la razón, es una actitud optimista de confianza en la razón humana, capaz de conducirla al progreso histórico, moral y material. Sin embargo, la Ilustración no pretendía generar sistemas de pensamiento, sino que apoyándose en el método de Descartes y el empirismo de Locke, intentaba llegar a la certeza particular, fáctica de cada fenómeno.

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1 Respuesta a "El pensamiento positivo (I)"

  1. Otto Flores dice:

    Estas dando un duro golpe al pedestal que mantiene al positivismo como el tope mas alto, que las diferentes ramas de las ciencias pueden llegar a tener. Aunque revisión del positivismo ya vienes desde hace un buen rato, por parte de algunas personas ajenas al mundo académico – universitario, tu publicación me gusta porque retoma un punto exacto donde, el positivismo se convirtió en una característica necesaria de toda ciencia.

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