Obra de arte y moral


Darío Jovel_ Perfil Casi literalYo creo firmemente que a una obra maestra le importa un carajo si su autor era una buena persona. Es más, creo que a una obra maestra ni siquiera le importa quién era su autor. Algunas personas en la historia han sido elegidas para dar a luz las mayores joyas de la humanidad: libros, pinturas, esculturas, música o ecuaciones, leyes universales e ideas. El Quijote será El Quijote por los siglos de los siglos hasta el día en que los señores que gobiernan en el Primer Mundo decidan oprimir el botón rojo. ¿Y si Cervantes era un monstro [inserte aquí el pecado que quiera]? ¿Es acaso El viejo y el mar menos grandiosa porque Hemingway haya sido un ebrio violento?

A algunas personas les tocó la suerte de ofrendar a la posteridad trabajos dignos de una vida, obras de tal calidad que, en la mayoría de los casos, si sus autores decidieran volver a hacerlas no lo lograrían. El propio Gabriel García Márquez, al ser preguntado sobre por qué no darle continuidad a Cien años de soledad, decía que la obra estaba completa, que no podía agregarle ni quitarle ni una coma. Cortázar juraba que las historias le venían a la cabeza completas y que él prácticamente no hacía nada.

Borges tenía cierta simpatía por Augusto Pinochet y García Márquez era amigo de Fidel Castro, pero si por ello deseáramos prohibir las obras de uno u otro, ¿a quién castigaríamos? ¿La reprenda será para dos muertos que dejaron de sentir hace años o para todo lo que dejaron como legado para la humanidad? Censurar se ha vuelto tan popular que, recientemente, como respuesta a la invasión de Rusia a Ucrania, en universidades de Europa se excluyeron de los planes de estudio las obras de los autores rusos. Ya no fue por algo que hicieron, dijeron o dejaron de hacer o decir, simplemente por su nacionalidad como castigo por algo que un gobierno hizo un par de siglos después.

Pero el punto de este artículo no es la censura, sino que las obras maestras, hasta cierto punto, carecen de nacionalidad, de época e inclusive de autor. Esos privilegiados trabajos durarán para siempre, trascenderán siglos y se volverán más grandes que las personas que los crearon. Porque una obra perfectamente puede superar a su autor, hacerlo ver chico frente a ella. Censurar una obra, por quién es su autor, es arrebatarle hasta cierto puno ese grado de independencia, esa autonomía con la que sobrevive al tiempo, pues una editorial puede invertir millones para que un libro se lea por un mes o un año, pero al pasar de las décadas será solamente su calidad la que le permitirá sobrevivir o ahogarse en el olvido. Por tal motivo, yo sí creo que a una obra maestra le importa un carajo si su autor era una buena persona.

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