Centro Cultural de España en Guatemala, 2004-2019 (15 años)


Javier Payeras_ Perfil Casi literal_Cada sábado iba a ver películas españolas al espacio que ocupaba el Instituto Guatemalteco de Cultura Hispánica, en edificio Galerías España de la ciudad de Guatemala. Las proyectaban a las cuatro de la tarde y el atardecer, luego de salir del cine, era algo espléndido. De eso hace más de veinte años, increíble lo rápido que pasa el tiempo. Buscaba en esos espacios algo que me inundara de ideas frescas, que me acercara a personas interesadas en temas que yo nunca encontré dentro de la universidad o de la vida cotidiana de la Guatemala noventera. Habíamos pasado de la guerra a la paz y algo revelaba que la expresión creativa germinaba luego de décadas de represión violenta. Los espacios culturales se distribuían entre galerías, bares e instituciones binacionales. Estos sitios fueron mi escuela artística.

Pasé de ser un usuario a convertirme en gestor cultural. Mi vida siempre estuvo de un lado o del otro de la organización. Me recuerdo asistiendo como público, como organizador o como invitado en la entonces emergente escena artística de los dosmiles. Así fui espectador de los cambios tanto generacionales como temáticos e institucionales. Esfuerzos que crecieron y motivaron vanguardias, otros que se definieron como más conservadores, algunos elitistas, otros incluyentes… Pienso que la cultura no está a salvo de las características que definen esta sociedad, sin embargo, creo que aun dentro de todas estas segmentaciones lo mejor de la sociedad informada se encuentra dentro de estos espacios.

De aquellas sesiones de cine permanece la calidez de los amigos que me han acompañado en todo este recorrido. Aquella institución pasó a convertirse en el 2004 en el Centro Cultural de España en Guatemala. Puedo trazar una línea entre un antes y un después. Proyectos de distritos culturales como Cuatro grados Norte o El paseo la Sexta no hubieran alcanzado ese objetivo de no ser por el traslado de sede que tuvo este Centro.

Haciendo una reseña que puede ser muy interesante para la historia cultural del país, pongo como fecha de creación del IGCH el año 1955 bajo los auspicios de la relación entablada entre Guatemala y España en el gobierno de Carlos Castillo Armas, pues el gobierno revolucionario anterior nunca reconoció al gobierno de Francisco Franco. La idea de hispanidad era la base argumentativa de la dictadura de entonces, por ese motivo el tema cultural se vestía de un nacionalismo que buscaba proyectarse en Latinoamérica.

Acá la responsabilidad de dirigir la institución tuvo su origen en la gestión académica de intelectuales jesuitas como Isidro Iriarte y Carmelo Sáenz de Santamaría, fundadores de la Universidad Rafael Landívar. Mucha de la agenda de ese entonces la ocupaban actividades relacionadas con filología, literatura e historia. Su primera sede fue en la 3ra. avenida 12-62 zona 1, edificio que pertenecía a la Juventud Católica JUCA. En la década de 1960 e inicios de la década de 1970 este espacio cultural mantuvo una línea conservadora y homogénea dentro de los parámetros de la sociedad guatemalteca, dando un giro con el advenimiento de la democracia en España luego de la muerte de Franco en 1975.

Es precisamente en esa época cuando la directiva es ocupada por intelectuales jóvenes como es el caso de Miguel Ángel Sagone, Marta Elena Casaús Arzú y Manuel Fernández, quienes montaron exposiciones emblemáticas de artistas como Isabel Ruiz y Rolando Ixquiac Xicará o lecturas de poesía de escritores como Delia Quiñónez, Francisco Morales Santos o Luis Alfredo Arango. Contrastando esta parte, Guatemala vivía la dictadura de Carlos Arana Osorio, que marcó el inicio de la escalada de violencia política que viviría el país hasta el final de la década de 1980, algo que dejó su huella en este espacio.

Dos de sus directores fueron Alfonso Orantes, que murió en la quema de la Embajada de España; y Roberto Mertins, asesinado por esbirros de la policía judicial de Romeo Lucas García, luego de denunciar la represión política existente en Televisión Española. Las relaciones diplomáticas entre ambos países se rompieron de 1980 a 1985. Así fue como dentro de la historia quedaron dos nombres que se suman los muchos desaparecidos y asesinados dentro de la página más oscura de la historia nacional reciente.

Lo que vendría luego está ligado a las nuevas generaciones que asumieron el relevo cultural, el proceso de construir un diálogo partiendo de la cultura y sus cada vez más diversos espacios de expresión, pasando con el tiempo y las transformaciones de política cultural a convertirse en el Centro Cultural de España en Guatemala, que se suma al resto de países de habla hispana que tienen uno.

Y es preciso celebrar la tercera semana de junio de 2019 los quince años del CCE/G, un espacio que ha reunido casi toda la propuesta artística e intelectual de nuestro país. De esta forma quiero invitarles al foro y a la presentación del libro La memoria reunida, las imágenes recuperadas y los fragmentos para el futuro, ambos relacionados con la historia extendida de este punto de reunión cultural a lo largo del tiempo.

15 años CCEG

Las actividades se realizarán en el auditorio del Centro (6ta. avenida y 11 calle, Zona 1, Edificio Lux, Segundo Nivel) el martes 18 y el miércoles 19 de junio a las 18:00 horas, un buen motivo para conversar acerca de la historia cultural y las distintas construcciones que nos traen a este presente lleno de expresiones diversas que pasan de las artes a las revinidicaciones identitarias, de las formas fijas a los diálogos cambiantes.

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1 Respuesta a "Centro Cultural de España en Guatemala, 2004-2019 (15 años)"

  1. Avatar Leo De Soulas dice:

    Estoy completamente de acuerdo que el CCE ha tenido una gran trayectoria cultural dentro del país. Lo que sí me parece importante resaltar es que tampoco se debe olvidar que estas instituciones también han tenido vigencia en nuestros países por un intento de seguirnos colonizando de alguna manera. Los tentáculos del Reino de España así son. Eso, porque los he visto con mucho interés intervenir en ciertos aspectos políticos del país, y porque, además, con un discurso decolonialista que me termina de parecer demasiado obvio y contrastante para los verdaderos intereses de esta nación.

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