Pensaba, antes de escribir esta columna, con qué tema entrar al último mes de este difícil año. Quería dejarles una lectura amena, importante; algo que contribuyera a llenar su corazón. Y revisando mis cajones encontré este libro que leí hace apenas un año y es una verdadera joya de la poesía sentimental.
El libro de los oficios tristes de Miguel Maldonado está situado en territorio mexicano, donde abunda —como en toda Latinoamérica— la gente, la necesidad y la creatividad. De esta última, en donde más abunda, es en México y Colombia. No hay lugar de ambos países bendecidos con la cultura viva en donde sus gentes no sean capaces de sacarse de la manga un oficio y una gracia para intentar ganarse la vida que de pura lotería les tocó.
Aunque su nombre nos advierte que se trata de un libro triste que cuenta la tristeza de los tristes más tristes: los que hacen de todo para vivir, su lectura contiene en algunas poesías la vida extraordinaria de sus hacedoras y hacedores junto a sus familias que inflan globos todo el día para salir un día volando, o el muchacho que lava platos para salir de paseo una vez a la semana a enjuagar los sexos de muchachas sucias.
Es un libro estremecedor que cualquiera podría confundir con el de un autor novel o periférico que se ha dejado llevar por el sentimiento, pero no es así. Miguel Maldonado es un politógo, autor de varios libros y doctor en teorías de la cultura que publicó El libro de los oficios tristes en 2016, luego de que ese mismo año resultase ganador del Premio de Poesía Joaquín Xirau Icaza.
Esta obra comprueba lo que siempre se ha dicho: la poesía es una artesanía. Es local, es de la misma calle por donde nuestro corazón ha pasado desde nuestra infancia.
Con el más pequeño de los oficios: la poesía, y con el más triste y humilde de los libros, me despido de este 2019 de las páginas de (Casi) literal y de sus lectores, a quienes envío un fuerte abrazo desde mi mesa de pelar y cortar manuscritos.
Quienes profesan oficios tristes
tienen hijos que no saben responder
la incómoda pregunta que llega siempre
¿A qué se dedica tu padre?
Tienen también la certeza
que por la misma paga
cambiarían pronto aquel empleo
Se vuelven grandes sabios
y no culpan nunca a nadie
por no querer lo que han tenido.
†