Si buscas en Google «escritores panameños», el buscador arroja dos resultados en la barra esa de arriba, la que suena a respuesta definitiva: Rogelio Sinán y Amelia Denis de Icaza. Dos nombres que no solo tienen muy poco en común sino que en Panamá se encuentran relegados a ser lecturas escolares, si acaso.
A ellos podemos considerarlos como dos de los escritores clásicos de nuestra literatura. Sin embargo, a pesar de que la literatura panameña es una materia que todos llevamos en la escuela, eso no significa que haya un currículo consensuado. Muchas veces cada escuela hará énfasis en otros escritores.
Pero analicemos los dos resultados, comenzando por Amelia Denis de Icaza. Nacida en 1836, ella fue la primera poeta panameña en publicar sus versos y, a pesar de que falleció en 1911 —pocos años después de que Panamá se convirtió en República— aún hoy es recordada por su poema «Al cerro Ancón», uno de los dos o tres que casi todas las escuelas que conozco enseñan a sus alumnos.
Incluso hoy puedo recordarlo. Es más: mientras escribo estas líneas y pienso en él, en mi cabeza recito las primeras líneas: «Ya no guardas las huellas de mis pasos, ya no eres mío, idolatrado Ancón…» Pero en la escuela no me enseñaron más nada acerca de ella.
El segundo resultado que me aparece es Rogelio Sinán, probablemente el escritor panameño más reconocido tanto dentro como fuera de Panamá. Poeta, cuentista, novelista y dramaturgo, Sinán publicó libros emblemáticos en cada género como el poemario Onda, el libro de cuentos La boina roja y otros cuentos, la novela La isla mágica y la obra de teatro La cucarachita mandinga.
Recuerdo vagamente haber visto una producción de La cucarachita mandinga en la escuela. No leí ningún otro de sus libros. Eran considerados muy «complicados» para la clase de literatura o, quizá simplemente no eran del agrado del profesor.
Y sin embargo, estos son los dos escritores que, según Google, representan a mi país si los busco hoy; lo cual me hace preguntarme quién está equivocado, si Google o mis profesores. ¿Cómo podemos pretender que se aprecie en el exterior a escritores panameños que ni a nosotros se nos enseña a apreciar? Y quizás aún más importante: ¿cómo le damos paso a una generación nueva si no les hemos enseñado a nuestros niños que la literatura panameña es algo que vale la pena?
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¿Quién es Lissete E. Lanuza Sáenz?