La semana pasada se realizó la undécima edición de la Feria del Libro de Panamá. El país invitado fue Guatemala y su lema fue la integración centroamericana. Fue bonito pasearse por los pasillos del Centro de Convenciones Atlapa y ver, día a día, una afluencia inmensa de personas conversando, comprando, interactuando con autores y, sobre todo, interesándose por la literatura; tan lindo como engañoso.
No digo que las ferias del libro sean algo malo ni mucho menos. Las ferias sirven su propósito de promoción y de reunir en un solo recinto libros que lectores voraces algunas veces tenemos problemas para conseguir. Las ferias también son una oportunidad dorada para ver cara a cara al escritor olvidado y muchas veces poco celebrado; pero en fin, las ferias no pueden ser todo. Es más: no deberían serlo.
En Panamá, entre feria y feria, la promoción de la lectura es casi nula. Cuando llega el mes de agosto todos nos acordamos de que nos gusta leer, hacemos filas, presumimos de los muchos libros que compramos y discutimos con mucho orgullo en la oficina el tiempo que pasamos de actividad en actividad. El resto del tiempo, sin embargo, los libros no hacen ruido; no en Panamá.
En simples palabras, resulta que el resto del tiempo no leemos. Todo el resto de días del año que no son de feria no peleamos por ir a las numerosas presentaciones de libros, a las tertulias literarias y a las premiaciones de concursos literarios. El resto del tiempo no nos importan los homenajes a grandes escritores y si nos encontramos, por ejemplo, a Ernesto Endara en la calle, ni por cerca pensamos en pedirle que se tome una foto con nosotros. El resto del tiempo la literatura no es el tema de conversación popular, así que simplemente resolvemos por ignorarla.
Pero “la cosa ha cambiado”, me dicen. Que ahora se lee más (y es verdad); pero pareciera que se leyera a escondidas, sin apoyo, sin ayuda y sin darle a la lectura el papel que se merece. No podemos seguir leyendo solo de feria en feria. No podemos seguir apoyando a los autores naciones —e inclusive a los internacionales— solo cuando está de moda hacerlo. Ya es hora de darle a la literatura el papel y la promoción que se merecen. Ya es hora de apoyar a los escritores panameños de forma constante.
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¿Quién es Lissete E. Lanuza Sáenz?