La realeza británica está en la boca de todos estos en estos días (y no por buenas razones). Si uno es fan (la realeza debe tener fans igual que las series de televisión y las películas de superhéroes, ¿no?) eso suena como una buena noticia. No hay mala publicidad, dicen algunos. Es mejor que estén hablando de ti a que te olviden.
Pero bueno, los que dijeron eso probablemente no estaban tomando en cuenta los problemas que enfrenta la monarquía británica en este momento. Problemas, por cierto, causados y amplificados por ellos mismos.
Seamos claros: en principio, la institución es arcaica y absurda. Siempre lo fue, pero lo es más ahora. Nadie necesita reyes ni reinas en pleno 2021, ni siquiera para que saluden y se pongan coronas y no mandar en absolutamente nada. Sin embargo, el asunto va más allá. Lo que especialmente no necesitamos es que una institución —que ya no sirve para nada más que ser la cara de un pueblo o de una idea anticuada— pinte a un país y a algunos ideales de la peor manera posible, retratando los problemas de mucho poder y poca supervisión.59
Cuando Meghan Markle, una estrella de Hollywood, se casó con el Príncipe Harry de Inglaterra, parecía todo un cuento de hadas. Cuántas de nosotras no crecimos soñando con ser princesas, con ese final feliz que prometían los cuentos de hadas. Excepto que en los cuentos la institución de la monarquía no es racista y no le molesta que tú, la plebeya, se vuelva popular.
De todas las cosas que nos prometieron los cuentos, esta parece la más obvia. Los príncipes nunca son como en los cuentos, mucho menos todo el sistema que los ha mantenido en el poder. Sin embargo, ver a Meghan Markle y al Príncipe Harry —con quien muchas soñaban de chiquitas— repudiar no solo una institución, sino a la familia detrás de ella, nos debería dejar una o dos lecciones importantes.
Primero, casi todas las familias tienen su tío o padre racista, sus celos, sus peleas internas y sus luchas por control. Es solo que algunas familias manejan todos estos problemas en el ojo público, manipulando la información para proteger a unos y condenar a otros, porque para esas familias lo único que importa es la imagen que llevan años luchando por mantener.
Y mientras la Corona sea más importante que la gente, la realeza continuará siendo algo así como los Kardashian de Inglaterra, con la diferencia de que no hay que pagar impuestos para mantener a los Kardashian, pero a la realeza sí.
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