Ser mujer: el largo camino hacia la igualdad


A veces, cuando estamos celebrando algo es difícil recordar cuál es la razón exacta por la que celebramos. O al menos, en este caso, la razón exacta por la que celebramos el 8 de marzo en particular en vez de cualquier otro día del año. La historia no tiene una anécdota tan dolorosa como la razón por la que cada 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, pero el hecho de que necesitemos ambos debería ser motivo de reflexión.

¿Por qué celebramos el 8 de marzo? Porque no somos iguales que los hombres. Porque muchas mujeres antes que nosotras tuvieron que luchar arduamente por los derechos que, para nosotras, parecen obvios. El derecho a votar, el derecho a educarnos, el derecho a salir, ser más que madres y esposas, el derecho a un trabajo digno y bien remunerado. El derecho a ganar lo mismo que un hombre por el mismo trabajo.

Sin embargo, es triste que esto último aún lo estemos peleando y que necesitemos uno o dos días al año para recordarle al mundo que, a pesar de que hemos avanzado mucho, la lucha aún continúa. Hay mucha gente que todavía no es capaz de ver que tenemos los mismos derechos.

Es triste que mis compañeros de universidad no vean lo sexista que es esperar que yo me vista de una manera específica por ser mujer mientras que ellos se visten como les da la gana; que el profesor, mi jefe y el resto de profesionales varones que me encuentre en la calle me juzguen por lo que tengo puesto y no por lo que sé o por mi comportamiento. Es triste que mis amigas no puedan salir por las noches porque tienen que cuidar a sus hijos, pero que sus esposos salgan con sus amigos sin ningún problema; que una pareja llegue a casa a la misma hora, pero sea trabajo de ella cocinar y arreglar la casa. Sin romper los estereotipos, nunca podremos ser realmente iguales.

Y es triste que no entendemos que la igualdad es simplemente eso: igualdad. No es mujeres por encima ni hombres por encima, sino dejar de juzgarnos por sexo, comenzar a vernos sin cuestionamientos.

Algún día quizás seamos iguales. Algún día talvez no necesitemos celebrar el 8 de marzo, o algún otro día en especial. Ojalá que lo que hoy parece una utopía algún día sea una realidad. Pero ese día no es hoy ni mañana, ni el próximo año. Y es por eso que hoy nos toca mirar hacia los lados y celebrar, no solo nuestros logros sino los de todas las mujeres que nos rodean, todas las que nos ayudaron a llegar a donde estamos.

¡Feliz Día Internacional de la Mujer! Qué orgullo existir en un mundo poblado con tantas mujeres inteligentes, fuertes, llenas de compasión, amor y coraje. Mujeres dignas de admirar. Hoy, más que nunca, intentaré ser todo lo que puedo ser. Todo lo que su legado me ha permitido.

¿Quién es Lissete E. Lanuza Sáenz?

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