Dolly Peña Pedraza: «Hacer ósmosis: intercambiar, entre uno y otro, maneras de ver, actuar o de pensar»


Noe Vásquez ReynaUno de los puntos más relevantes de esta estancia por estudios en Madrid es haber conocido a mis compañeros de clase: más de una veintena de profesionales del idioma, entre lingüistas, investigadores, académicos, correctores, editores y profesores latinoamericanos. Algunos de ellos y ellas con mentes brillantes y corazones abiertos y generosos, una amalgama no fácil de encontrar.

En este contexto coincidí con la filóloga y dramaturga boliviana Dolly Peña Pedraza (Santa Cruz de la Sierra, 1982) quien además de resolver la carga académica de estos meses ha participado con sus piezas teatrales en varios espacios culturales de España. Es egresada de Filología Hispánica y Arte Dramático. Sus múltiples intereses la han llevado a otras disciplinas, incluida la Lexicografía.

«Estaba estudiando Filología Hispánica y me encantaba todo lo que era teatro clásico griego, y entré en mi segunda carrera, Artes Escénicas, pensando que íbamos a escribir cosas clásicas, trágicas. Soy histriónica por naturaleza y la tragedia me encanta; pensábamos que íbamos a hacer mucho de eso, pero la escuela era de una tendencia más de teatro físico, corporal. En los primeros años, antes de la teoría, daban kung-ku, yoga, taichí, ballet. Entonces fue un redescubrir entre el cuerpo y la mente», cuenta Peña cuando le preguntó cómo llegó al teatro.

Dolly nos compartió una lectura interpretativa de uno de sus textos, Las mujeres de Shakespeare, que se presentó el 8 de marzo en la capital madrileña y fue por ello que le propuse esta plática-entrevista. «Nuestra profesora nos decía muchas veces que vivimos en una sociedad donde hay separación entre cuerpo y mente, y entre teoría y práctica. Fue así como fui llegando a la dramaturgia, a través del teatro, de la filología, y es lo que me encanta: me apasiona mucho la escritura teatral y después verla en escena, ver en otras voces lo que una escribe», expresa.

Según Peña, el proceso de escritura depende de la obra: «El texto Mojada surgió de un ejercicio de la escena primaria de Freud. Hicimos el ejercicio, y ahí lo dejamos, cada uno se fue por su rumbo, y después de mucho tiempo, yo retomé la escritura y la mezclé con unos sucesos que me pasaron en un viaje, cuando me quedé varada en Salvador de Bahía [Brasil], y luego lo mezclé con el mito de las diosas de las aguas Yemayá. Por otro lado, son a veces textos en los que digo claramente: “voy a hablar de una autora y quiero tocar esto”, y va a ser quizá a partir de textos académicos, de tesis doctorales. Voy recuperando la información y escribiendo sobre eso, de una forma más o menos estructurada. También, a veces, va surgiendo, se va creando algo que una no sabe dónde va a terminar; tiene vida propia. Así como los personajes, muchas obras tienen vida propia».

De lo poco que he visto desde enero, podría decir que Dolly es una persona inquieta y singular. Duerme poco e intuyo que mide el tiempo de formas no ortodoxas, haciéndolo flexible-maleable, y viajar es otra de sus fuentes primarias. En el ensayo El narrador (1936), Walter Benjamin recuerda el dicho popular «Cuando alguien realiza un viaje, puede contar algo».

«El viaje es muy importante. Yo me considero una persona muy… media rara. Me gustan cosas raras, imagino situaciones raras; raras en el sentido de lo poco común para la gente que no es del entorno que me ve. Entonces, el viajar te ayuda a constatar muchas de las teorías que vos tenés en tus ideas. No hay una sola visión sobre algo; las culturas son muy amplias. Lo rico que es viajar, lo rico que es redescubrirte en situaciones que también te sacan de tu comodidad. Ponerte en los pies de otra persona, porque eso es lo que pasa. Al fin y al cabo un dramaturgo es eso: te ponés en los zapatos de cada personaje que vas creando», afirma Dolly.

En El narrador, Benjamin afirma: «Diríase que una facultad que nos pareciera inalienable, la más segura entre las seguras, nos está siendo retirada: la facultad de intercambiar experiencias», lo recuerdo cuando la conversación llega al punto de nombrar: «Es muy importante observar». «Obviamente que hay cosas con las que no estás de acuerdo, pero es respetar mucho al otro, para entablar y poder hacer, no sé si es exactamente la palabra, hacer ósmosis: intercambiar, entre uno y otro, maneras de ver, actuar o de pensar y de respetar, principalmente, a las otras personas, a las otras culturas», dice Dolly.

La dramaturga Peña Pedraza ha publicado Frankenstein en la vida de Mary Shelley, texto seleccionado y publicado en el Proyecto Hojas Volantes por la editorial española El Astillero, 2010; Julieta, poema posdramático, presentado en el Día Internacional de la Poesía 2012 en la «Residencia de Estudiantes» de Madrid y seleccionado para el World Event Young Artists (WEYA), Londres. Mojada, texto ganador del tercer lugar en el Concurso de Dramaturgia de Bolsillo REPSOL. Su trabajo también se encuentra en las antologías Escritoras cruceñas (poesía/narrativa/drama), de Caballero, Reck & Batista (2019); Escritoras contemporáneas bolivianas (poesía/narrativa/drama), de Caballero, Decker & Batista (2019); y en la recientemente presentada en Granada, Literatura boliviana en tierra de Lorca (2024), durante II Encuentro de Escritores Bolivianos en Europa celebrado el 26 y 27 de abril.

«Las mujeres de Shakespeare todavía no está publicada pero tuvo su lectura dramatizada justamente para el 8 de marzo. A mí me encantó mucho el tema de la Ofelia de Die Hamletmaschine, era muy interesante y aun así me decía: “Pero me falta darle otra voz, otro toque”», explica Dolly, y me va contando de dónde nacen las versiones de Ofelia la boliviana y cómo llegó a reinterpretar a una Julieta en dualidad, una romántica y otra racional.

«Últimamente, estoy trabajando mucho con el tema de personajes femeninos, me gusta mucho tocar, indagar, entender a esas mujeres. Muchas no fueron comprendidas en su tiempo, muchas son adelantadas a su tiempo; otras, obviamente como todas, somos una contradicción entre lo que hacemos, decimos o queremos decir», refiere Dolly cuando le pregunto por sus proyectos actuales, entre los cuales me llama especial atención La onírica, una pieza que se basa en la vida de la pintora Remedios Varo.

«Yo me considero feminista. Creo que el feminismo es buscar la igualdad. Muchos me dicen que el feminismo busca empoderar solo a la mujer, pero no, yo creo que es una corriente que busca la igualdad, yo lo concibo así. Hombres y mujeres somos diferentes, pero necesitamos tener la igualdad, y durante mucho tiempo la mujer no ha tenido el acceso a situaciones económicas, a esos privilegios de estudiar, de poder elegir lo que querés. Yo incluso me considero una contradicción, pero trato de reconstruirme. Mi madre, en su propio proceso, también ha aportado mucho; tiene casi 80 años y ha sido una de las primeras mujeres profesionales, ser una de las primeras mujeres que en ese tiempo, en un pueblo de Bolivia, que se divorció, que dijo: “No, si no me aporta, chao”. Y yo soy feliz por eso. Ella me dio la tranquilidad también de no aferrarte a algo», expresa.

Dolly opina que en todo este proceso de igualdad «los hombres son muy importantes». Me cuenta que su abuelo dio un buen paso al decidir que su hija estudiara: «Ella fue profesional. Ahí te das cuenta de cuán importantes son esas cadenas de progreso, de visión, sean hombres, sean mujeres, y que ayudan, poco a poco, a avanzar en ese sentido».

Los planes de Dolly incluyen concluir de buena manera la especialización en Lexicografía y Corrección Lingüística: «Estamos viendo todo el tema de las palabras, de crear, porque se crean realidades con palabras y es muy importante ser consciente de lo que hacemos y decimos, y de lo que no decimos también». En tanto, se prepara para una performance literaria en Berlín a finales de junio. Menciona que gracias a convenios con AECID y la Embajada de Bolivia, dramaturgos españoles han logrado dar a conocer en Europa sus textos: «La apertura que tienen estos profesores de ver dramaturgia de otros lados, de otras realidades, y [considerar] que, a pesar de que [los temas] son particulares, son universales».

Dolly Peña Pedraza sigue escribiendo, aprovecha el acceso a libros, bibliografía y librerías, lo que considera un privilegio. En Madrid los libros son parte de lo cotidiano, ya quisiera que lo fuera en la Centroamérica de donde vengo. Para mí, otro privilegio ha sido tener este tiempo y tipo de intercambio, de compartir acentos y palabras, y luego poder escribir sobre lo que otras y otros hacen y cuentan, para que sigan creyendo y creando realidades, otras, las nuestras.

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