Tras la pista de mujeres que escriben (II): opiniones de mujeres


Noe Vásquez ReynaA mis primeras maestras de la columna de opinión: Margarita Carrera, Carolina Escobar Sarti y Carolina Vásquez Araya.

En 2018, la autora y periodista nacida en Buenos Aires, Liliana Villanueva, publicó el libro Maestros de la escritura, en cuya dedicatoria se lee lo siguiente: «a mis maestras María Esther Gilio y Hebe Uhart», junto a la cita de Felisberto Hernández en Por los tiempos de Clemente Collins: «No creo que solamente deba escribir lo que sé, sino también lo otro».

Algunos temas que trata el libro se encierran en títulos creativos como «La felicidad de la lectura», «Despertar un saber en el otro», «Incomodidades e indecisiones», «Todo se aprende escuchando», «La creación y la corrección» y «La visibilidad en la escritura». Villanueva afirma en una entrevista que el oficio de la escritura es perfectible y su libro nace sobre todo de la conversación: el dejar hablar a otras y otros, y del ejercicio escritural que tiene la autora con quienes considera maestras y maestros.

En mi recorrido-escuela de aprender a leer y escribir como oficio se sumaron plumas lúcidas y de constante curiosidad-interpelación de muchas mujeres. Margarita Carrera, Carolina Escobar Sarti y Carolina Vásquez Araya fueron las primeras que leí en el formato de columna de opinión y me fascinaron. En ese momento mi oficio era «corregir» sus textos antes de que se fueran a impresión en papel y publicación en la web.

Siempre es un placer leerlas. Su calidad en forma y fondo era superior a la de muchos de sus colegas hombres que las aventajaban en número, pero cuyos textos necesitaban en ocasiones ediciones profundas y mucho más que una corrección de estilo para «salvarlos» de incoherencias de todo tipo.

Con estas tres columnistas pronto tuve sed de seguir leyendo las ideas y opiniones de más mujeres que presentaban argumentos con fundamento. En los medios tradicionales impresos eran pocas, pero las vi multiplicarse en las esquinas relegadas de los medios escritos alternativos, en donde las voces aspiran a ser más diversas y más incluyentes que en «los periódicos dinosaurios de Guatemala», como los llama la investigadora, escritora y catedrática Trudy Mercadal.

De acuerdo con Mercadal, la mayoría de columnistas de tres medios comerciales tradicionales impresos tomados como referentes «son hombres mayores de 55 y, francamente, con raras excepciones, sin nada nuevo que decir (aunque escriban bien)».

En 2021 aún se hace importante preguntar: ¿por qué es necesario que en la opinión pública sean visibles las voces de las mujeres? La periodista y catedrática Ana Carolina Alpírez responde: «Porque la opinión pública recoge las expresiones de una sociedad, y esta es diversa. Se necesita la voz de las mujeres porque no puede estructurarse una visión o un discurso único».

Según Alpírez, «se requiere de esfuerzo y constancia, que las mujeres aprovechen los espacios que se abren o batallar para encontrar uno», a fin de permear la opinión pública guatemalteca que históricamente ha sido conservadora, misógina y racista.

En Guatemala se le tiene miedo a la paridad. Y aunque sé que falta mucho para que algún día la proporción entre mujeres y hombres que escriben columnas de opinión en medios guatemaltecos sea el ideal del 50-50, me animo a preguntarle a Alpírez qué tendría que pasar a nivel político y social para que eso suceda.

«A) Se requiere que las mujeres se organicen en ese espacio. Se requiere generar discusiones alrededor de ello. Las redes sociales han servido para esto. B) Se requiere de mujeres dispuestas a ocupar los espacios cuando se abre la puerta, a escribir una columna de opinión con la periodicidad y profundidad que se requiere, y dispuestas a opinar en otros temas que son ajenos al género. ¿A qué me refiero? A que existen mujeres que pueden escribir/opinar sobre economía, finanzas, salud, ingeniería, corrupción y relaciones exteriores, y no solo sobre feminismo (se corre el error de encasillarlas)», explica.

Alpírez agrega que también se hace necesario «un observatorio que lleve un registro de cuántas columnas publica un medio cada día y cuántas de estas son escritas por mujeres. Así como de cuántas mujeres son citadas como fuentes en las notas informativas». Con estos datos quedaría en los editores la toma de decisiones para hacer cambios. «Los datos pesan más que las palabras», recuerda Alpírez.

«Este observatorio existió. Lo conocí cuando estaba en elPeriódico. Sus informes nos hicieron percatarnos de ello. Hubo un esfuerzo por sumar más mujeres como fuentes», comenta.

Mientras escribía este artículo, el análisis de Mercadal me llevó a conocer Catalejas, un espacio de articulación de comunicadoras que promueve el derecho a la representación justa de las mujeres en los medios. Este espacio coordina en Guatemala la realización del Monitoreo Mundial de Medios y lanza la pregunta: «¿Quién figura en las noticias?»

En una publicación del 8 de marzo Catalejas presentó los siguientes datos:

«¿Cuánto son entrevistadas y citadas las mujeres indígenas en los medios? En América Latina los pueblos indígenas representan el 1% de los sujetos y fuentes en las noticias televisivas. De ese porcentaje, 3 de cada 10 son mujeres. Los pueblos indígenas son el 8% de la población en la región. Los datos corresponden a los resultados preliminares del sexto Monitoreo Mundial de Medios #GMMP2020 coordinado por WACC e impulsado en Guatemala por #CatalejasGt».

Considero que otro esfuerzo que debemos hacer como sociedad, como lectores y consumidores de medios, es buscar las voces/ideas/opiniones de mujeres y otros sujetos/poblaciones para que tengamos una imagen completa de las realidades que nos interesan y de las que no, para que podamos formarnos una opinión propia. Probablemente las encontraremos en otros lugares fuera de la oficialidad y de la tradición, por lo que difundir lo que escriben también es tarea de todas y todos.

Aquí dejo solo algunas: Marilinda Guerrero Valenzuela, Sandra Xinico Batz, Luisa González-Reiche, Ilka Oliva Corado. ¿Ustedes a quiénes recomiendan?

[Foto de portada: Michelle Eckert]

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