«La mercadotecnia dice que ahora las mujeres escribimos sobre violencia. No es cierto. Detrás de nosotras vienen un montón de mujeres: Nélida Piñón, Amparo Dávila o la propia Emilia Pardo Bazán abordaban no solo el tema de la violencia sino también la literatura de terror. Ahora hay justamente lo que dices, este boom. A mí me perturba profundamente esa palabra».
María Fernanda Ampuero
Con este texto le doy continuidad a una serie que empecé en octubre de 2020. Como algunos sabrán, me aficiono por el relato corto sobre temas sobrenaturales, extraños e insólitos; y sobre todo por aquellos que leo como tesoros que abren un tercer ojo.
Me tocó perseguir y ser paciente (casi dos años) para sentir entre mis manos el libro Cuentos inquietantes, de la escritora neoyorquina Edith Wharton, que la editorial Impedimenta rescató del olvido en una preciosa primera edición publicada en 2015. Estos relatos permanecieron inéditos hasta esa fecha para los lectores de habla española.
Yo conocí a Wharton por la magistral dirección y adaptación cinematográfica que Martin Scorsese logró de la novela La edad de la inocencia. La cinta está protagonizada por Daniel Day-Lewis —de quien pensé, justo en ese papel, que tenía las manos más hermosas que había visto en mi vida— en el papel de Newland Arche; Michelle Pfeiffer en el papel de la inolvidable condesa Ellen Olenska; y Winona Ryder en el papel demasiado inocente de May Welland. Una de las esencias, tanto en la película como en la novela, es el lujo de detalle, esa descripción precisa de Wharton que Scorsese sigue con rigor. En la vida real, Wharton pasó años ocupándose del diseño de interiores (otra de mis aficiones).
Cuentos inquietantes incluye diez relatos que, según la prologuista y traductora Lale González-Cotta, se dividen en dos bloques: el primero explora elementos ultraterrenos (en el sentido «más allá de», del prefijo ultra-); y el segundo bloque se diferencia por el toque psicológico, con acciones perturbadoras de los personajes.
En «Un viaje», un matrimonio regresa en tren a Nueva York desde Colorado después de haber intentado paliar una enfermedad. Durante ese viaje, él está postrado en su litera mientras que ella, consciente de las miradas entre indiferentes y displicentes de los demás pasajeros, reflexiona sobre cómo intentar ocultar la realidad de lo que sucede con su matrimonio y en el compartimento del tren. Ella sabe que todo se acaba, pero debe ser en la parada correcta.
María Fernanda Ampuero fue una sorpresa impresionante. La intuición hizo que sin pensarlo demasiado me llevara su libro Sacrificios humanos, publicado por Páginas de espuma en 2021. Esta escritora ecuatoriana tiene una habilidad ensordecedora para enfrentarnos con la violencia, los monstruos y la viscosa humanidad. Tiene líneas claras, directas, crudas. Tiene las sensaciones gráficas de la ansiedad, la frustración y los demonios que se llevan dentro. En esta entrevista se puede apreciar sus puntos de vista que la habitan fuera de sus libros.
En los cuentos de Sacrificios humanos, los lectores podrán encontrar rutas literarias exploratorias que tensan no sólo a los personajes; sino también ponen en crisis nuestra forma de ver el mundo, otros mundos. «Biografía» es el relato que abre el libro. Una mujer migrante, desesperada por los ausentes papeles en regla, acepta un trabajo delirante.
Cuando la voz en primera persona captura y sumerge al lector en la historia, le va golpeando cada vez más fuerte. Aquí no hay inocencia; se pierde como la pierde cada persona al migrar, como cada niño a la que se la arrebatan, como a cada mujer que sobrevive lo que otras no. Es poderosa la sensación de que lo sobrenatural pueda redimir la culpa, revertir la sangre derramada. Es poderoso que la ficción pueda darnos luz pese a toda atrocidad.
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