Martes 28 de julio (día 1): la Unicef Panamá reporta que el 89% de los más pobres han perdido parcial o totalmente sus ingresos como resultado del COVID-19. Ese mismo día, la Asamblea reduce aún más el poder de negociación de los trabajadores y sus prestaciones para —según la ría de Honorables Diputados y Diputadas— salvarnos de la pandemia.
Un día después, miércoles 29 de julio (día 2): los bancos panameños celebran haber logrado utilidades y liquidez gracias al proteccionismo adorativo que reciben de ese Órgano Ejecutivo sentado a la derecha de las personas con hambre.
Al día siguiente, jueves 30 de julio (día 3): aparecen notas de prensa disfrazadas de artículos de periódicos alertándonos de que la berenjenosa ideología de género ha estado atacando al Instituto Panameño de Habilidades Especiales (IPHE). Resulta que este monstruo ideológico se ha morfado en dos recuadros en una página de una guía de aprendizaje para estudiantes con discapacidades, reconociendo y valorando familias homoparentales. Al día siguiente, la semana cierra con un comunicado oficial del IPHE ofreciendo a la ciudadanía Disculpas Públicas —así con mayúsculas para que comprobemos todo lo que pensamos de ellos— por tal error.
Así es como en menos de una semana una crónica homofóbica se cuenta sola. Pero esta nueva arremetida de las torvas homofóbicas panameñas no es ninguna coincidencia. Se da en un momento agrio de esta pandemia y busca distraernos, dividirnos y convencernos del valor de vivir domesticados.
Los pícaros en el poder saben que inevitablemente los tuiteros monumentales saldremos a recordarle (nuevamente) a los medios de comunicación que las palabras amor, compromiso y familia no son conceptos heterosexuales, sino sentimientos y comportamientos humanos que les pertenecen a todas las personas. Decepcionados por la falta de coraje de ese supuesto instituto para la inclusión escribiremos tristes artículos repitiendo (nuevamente) que una persona homosexual es un ser humano que ve el mundo de otro color. Enfurecidos por los comentarios bíblicos, (nuevamente) reportaremos que el texto original del viejo testamento nunca condenó la homosexualidad, sino la pedofilia.
Todo esto es distracción. Los artículos de periódico sobre ideología de género, el comunicado del IPHE, este artículo que escribo… todos favorecen a los pícaros desvergonzados para los que la pandemia solo ha significado aumento de riqueza y poder.
Desde siempre, estos pícaros chupavida han sabido crear guerras entre las personas que ellos mantienen en la periferia. Un mal redactado artículo en el periódico revuelve el gallinero y ellos lo saben. Mientras plumas y picos desaparecen, los pícaros nos hacen sentir en carne propia que al hambre y la rabia es mejor domesticarla. Nos dividen y con eso logran crear una sociedad donde el presidente de la República puede decir por televisión que sería irresponsable de su parte prometer bonos de alimentos para las personas que tienen hambre. Él lo dice y nosotros lo escuchamos, pero estamos muy enjaranados entre plumas y picos para salir a la calle y demandar el final de los pícaros.
La coincidencia es el lenguaje de las estrellas, dice el bufón del rey del individualismo de siglo XX. En el mundo de Paulo Coelho, cuando ves coincidencias, el universo te está hablando. No obstante, en el mundo purgante donde el resto de nosotros vivimos no existen las coincidencias, pero sí la fatalidad injusta y la pícara providencia.
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