José Adán Castelar es un poeta y narrador hondureño nacido en 1941. Su obra ha sido clasificada por Hellen Umaña, en su libro La palabra iluminada, como parte de la Vanguardia y el Realismo Social que perteneció a la Generación de la década de 1950 (nacidos entre 1924-1953).
«Cipote airado»[1] es uno de los poemas incluidos en su libro Sin olvidar la humillación, publicado en 1987. Tal como lo expresa Hellen Umaña en La palabra iluminada, este poemario «es la respuesta a los años de política reaganeana en Centro América […] El lenguaje de raíz popular —con el empleo del vulgarismo— es mecanismo para expresar la cólera y la indignación frente a la prepotencia del imperio y sus crímenes de lesa humanidad. […] Poesía directa, de fuerte politización y definido sustrato ideológico».
En la literatura hondureña de la época surge un notable interés por la problemática social que atraviesa el país y se genera, a su vez, un rompimiento con la tradición poética de la misma manera que sucedió en el resto de los países de Latinoamérica y otras partes del mundo. Para el caso, un ejemplo de esa poesía directa, politizada y coloquial que rompe con la tradición lírica son los versos de «Cipote airado». En este poema podemos identificar elementos conversacionales y de diálogo que además emplea un lenguaje oriundo de la región: «—¿Qué hay de nuevo/ en Comayagua, muchacho?—/ —Putas y Gringos./ —¿Putas y gringos?—/ Y más burdeles». En este primer párrafo podemos apreciar cómo el poeta utiliza dos palabras de uso popular en la región: putas y gringos, al mismo tiempo que nos plantea una situación que es parte de un contexto histórico que se vivió en el país.
Durante la década de 1980 en Honduras se instaló, por el gobierno de Estados Unidos, la base militar aérea de Palmerola, ubicada en Comayagua. Estos acontecimientos generaron disgusto y preocupación en la población, y José Adán Castelar lo refleja en la voz de un cipote que se manifiesta molesto ante la situación.
En el segundo párrafo de este poema encontramos un cambio en el tono, deja de ser conversacional y pasa a ser reflexivo y argumental: «No quiso hablar más/ (Apenas tuve tiempo/ de escribir lo que dijo)/ Su cólera ardía/ como el medio día de la ciudad». En estos versos vemos al poeta describiendo la emoción y los sentimientos de un joven, pero en realidad se trata de un sentimiento colectivo que circula en el imaginario social.
Castelar nos retrata una de las consecuencias que trajo la apertura de esta base estadounidense. Hablamos de la llegada invasiva de los militares en momentos de extrema pobreza en el país y en medio de un ambiente político hostil, proliferando, de esta manera, la prostitución que trajo consigo enfermedades venéreas tales como la Flor de Vietnam.
«Cipote airado» es un poema que rompe con la tradición poética en Honduras y abre paso al coloquialismo que surgió años atrás en Cuba. Su autor es uno de los poetas más influyentes en la poesía hondureña, con una creación poética diversa en la que sobresalen obras de poesía amorosa, vivencial, plástica, reflexiva y social. Castelar recibió el Premio Latinoamericano de Poesía Roberto Sosa (1986), el Premio Centroamericano de Poesía Juan Ramón Molina (1988) y el Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa (2003).
[1] A diferencia de España, en donde la palabra cipote hace referencia al miembro viril, en Honduras y otras zonas mesoamericanas donde el náhuatl fue una lengua predominante, hace alusión a un niño o una niña.
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