Adoro la poesía. Tal como una mascota exótica, no sirve para nada más que para tenerla y simplemente apreciarla. Me encanta porque es democrática, diversa y está cargada de potencial. Es fácil escribirla: la historia es uno mismo, sin clímax ni argumento. Solo se necesitan las palabras exactas para decirlo, y a veces, hasta con rima.
He ido a varias editoriales, noches de micrófono abierto y ferias del libro buscando algo que me emocione, pero invariablemente he encontrado el mismo tipo de poesía. He buscado en todo lo largo, ancho y perturbador de Internet, pero siempre volví a Twitter. Estoy buscando un nuevo Borges que me sobresalte, un Neruda que me deprima o una Sor Juana sin censurar, pero creo que la poesía guatemalteca actual ha trascendido esos arcaísmos del ingenio y la originalidad.
Hace varios meses ofrecí en este espacio una guía práctica para escribir ensayos, artículos o columnas de opinión como todo un intelectual; ha llegado el momento de extender esa cortesía a uno de los sectores marginales de la literatura centroamericana. Con pocos pasos, cualquiera puede convertirse en un poeta contemporáneo. Agregue tan solo un seudónimo con demasiadas consonantes.
- No hay poesía sin amargura. Enciérrese a solas. Abra cualquier edición de Nuestro Diario. Póngale play a todos los discos de Joy Division (en simultáneo) y permítase unas horas de depresión clínica. O bien, abra Twitter.
- Como el patriotismo ya pasó de moda, existen cuatro temáticas esenciales para la poesía contemporánea —al menos en Guatemala—: sexo, violencia, drogas y violento sexo en drogas. Elija el que se conecte con su cosmogonía existencial.
- Describa una escena sosa y mundana, imperativamente sobre las rutinas clasemedieras (esperar el bus, comprar las tortillas, quebrar la pantalla del iPhone 4 y así). Aderécela forzadamente con todo el vocabulario soez, porque la poesía es rebelde puta e insolente mierda. Si las palabras sugieren una imagen hedionda, lo está haciendo bien. Acto seguido, busque una editorial hipster.
- Repita las imágenes. Reitere que la noche no solo es oscura, sino también negra. También es opaca y carece de luz. Vuelva a enunciar todo aquello que lo mueve. Redunde, porque de eso se trata la intensidad. Enjuague y repita el proceso.
- Los mejores poetas usan epígrafes oscuros. Entre a Google y extraiga una frase cualquiera con atribución a cualquier autor o rockero de renombre. Entre más misteriosa y menos similar a su poema, mejor. Entre más trágico y famoso el autor, mejor. Ese es el legado de Nirvana Linkin Park.
- (Solo para mujeres): ¿quiere invocar los versos de la izquierda erótica? Escriba un verbo en primera persona y luego liste alfabéticamente todas las partes del sistema reproductor femenino ilustradas en el respectivo diagrama en Wikipedia. Es todo.
- Los mejores poemas no
tienen más
de cinco
líneas incómodamente
separadas.
- Coloque títulos minimalistas. ¡Casi nadie usa verbos abstractos en infinitivo!
- Los mejores poemas están incompl
- ¿No se le ocurrieron más de dos líneas? No importa. Ráyelas en la pared de un baño público y agregue #AcciónPoéticaGT.
Si todo lo anterior le parece insatisfactorio, no se desanime. Busque un diccionario de antónimos. Altérnelos sobre su texto. Dígale a sus seguidores que hoy está #arjoneando y pregunte por el siguiente open-mic night en Chiribisco.
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