Hoy seré breve. Hace algunos meses, un amigo me regalo un pequeño, pero muy importante libro llamado Probaditas literarias, en donde encontré una serie de microrrelatos fascinantes. Entre ellos, por supuesto, se encontraba «El dinosaurio», el famoso cuento de Augusto Monterroso que hasta hace algún tiempo era considerado el relato más corto del mundo:
Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí.
Una perfecta combinación de elementos cotidianos y fantásticos. Sin embargo, existen relatos más cortos como este de Max Aub que fue publicado en su libro Crímenes ejemplares (1957), en donde con cinco palabras describe un crimen, un criminal y la motivación para cometer el asesinato:
Lo maté porque era de Vinaroz.
Y así va, cada uno de los relatos era mejor que el anterior. Al contrario de lo que muchos podrían pensar, la habilidad de contar una historia de manera tan breve es muy complicada, es el ejercicio de la escritura donde los elementos deben tener mayor solidez, ser más concretos.
El microrrelato es, básicamente, la máxima expresión de la contención literaria. No se trata solo de alinear palabras que formen una frase que suene bien; se debe de plantear una situación, presentar personajes que coexistan y se transformen con sentido, que le den fuerza al argumento y que, a pesar de su brevedad, logren estimular sensaciones incluso mayores que leyendo cuentos de muchas páginas.
Al final de mi lectura de Probaditas literarias, como contador de historias que soy, me sentí retado. Despertó en mí un deseo de hacer el ejercicio de escribir relatos cortos, al estilo de esos que los estadounidenses llaman short, short stories «cuentos cortos cortos», que consiste en párrafos de dos líneas o menos y que te dejan con la sensación de querer más. Descubrí la complejidad de esta técnica con la cual aún sigo enamorado. Aquí les comparto uno ellos, que me tomó varios días. Se titula «La llegada de los cruzados».
Cuando por fin las cruzadas llegaron a Eger, las strigis ya se habían apoderado del lugar. Después de unos días, los inquisidores fueron hechizados y condenados a vivir felices en eterno pecado.
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Excelente!!!