Si quieren enseñar literatura, tienen a Lucas y a Marcos: que vuelvan a sus iglesias y los comenten.
Constitución de 362
Escribe Bonet: «En el pensamiento de Juliano, el cristianismo debía llegar a ser sinónimo de barbarie, y el paganismo, de cultura. […] La teoría siempre ha sido la misma: atacar en la cabeza.»
Flavio Claudio Juliano nació en Constantinopla alrededor de 331; murió en Mesopotamia en 363. Pasó a la historia como el César que persiguió el Cristianismo por razones puramente racionales. En medio de una sociedad ya definida como católica, Juliano trató de restituir la religión homérica que los cristianos como Bonet llamaron paganismo por medio de la enseñanza en las escuelas. Sus motivos no son claros a diferencia de Constantino: el prínceps detectó la organización y el poder que la religión cristiana había conseguido ―a pesar de la persecución sangrienta orquestada por Diocleciano― y entendió astutamente que esta estructura podía coadyuvar a la estabilización del Imperio. No hay mística en Constantino sino astucia. En Juliano hay un deseo racional de acabar con la fe cristiana; aunque a las alturas del año 355 cuando fue nombrado Emperador, atacar al cristianismo era atacar el Imperio.
Los historiadores cristianos, quienes le dieron el sobrenombre de apóstata, fueron críticos con el emperador y lo acusaron de retrógrada y usurpador. La verdad es que Juliano fue un hombre adelantado a su época y consiente de las inconsistencias de la religión cristiana. En una época donde todo era dogma infalible y la Biblia era la única fuente del saber, Juliano apostó por la antigua religión grecorromana, que había sido sincretizada con el Cristianismo. Su acierto: atacar el intelecto y no derramar sangre.
A diferencia de Nerón y Diocleciano, el Apóstata no ordenó la persecución violenta de los cristianos. Sabía que alzar la espalda era propagar y reforzar lo perseguido; en cambio actúo de manera astuta y atacó al Cristianismo en la inteligencia.
Lo que nosotros llamamos principio laico, en el 355 era llamado paganismo. Juliano impuso una enseñanza universal y a partir del edicto de 362, se reservaba el derecho de elegir a los profesores (en lugar del senado local) y negó educación a todo aquel que no fuese pagano. Ese mismo año un edicto prohibía a todo profesor cristiano a ejercer su profesión si no renunciaba a Cristo y su Iglesia. El efecto fue inmediato: sin profesores cristianos y con muchos mártires, la enseñanza fue basada sobre la filosofía griega. Sin jóvenes cristianos en las escuelas, la religión dejaba de crecer: para optar un cargo público en el Imperio había que ir a la escuela y para ir a la escuela había que ser pagano.
Juliano fue un personaje incomprendido, quizá como Tiberio. Su intento por reconstruir el Templo de Salomón, sus campañas bélicas contra Persia, el complot que le dio muerte, su acción de gracias a los dioses cuando murió Constancio, su tío y pase al trono, son solo algunas muestras de su personalidad reprimida y su megalomanía.
Se dice que Juliano se convirtió en pagano al leer los poemas homéricos. M.I. Finley escribe: «La universalidad de la humanidad de Homero era tan audaz y notable como la humanidad de sus dioses […] No cabe duda que nos hallamos frente a una creación, una revolución religiosa.» De hecho, Finley la llama «religión homérica». Esa religión, basada en la dependencia del hermano, de las honras fúnebres, de la transmigración de las almas, del culto a los dioses familiares, del honor del héroe, contrastaba, según Juliano, con el monoteísmo de un dios dividido en tres, nacido de una virgen perpetua (aunque la Antigüedad discutió este problema durante siglos); Juliano atacaba la discordancia de los Evangelios y el carácter tan distinto del dios del Antiguo Testamento.
Juliano murió en Maranga en batalla contra los persas. Una lanza le atravesó el hígado y los intestinos. Le sucedió Joviano, quien entregó grandes territorios a los persas, abolió la educación universal y el culto a los dioses. Los cristianos, mediante Atanasio de Alejandría, Padre de la Iglesia, condenaron a muerte a los paganos; confiscaron el oro y destruyeron los templos de la extinta religión homérica.
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fracasó en lo que se propuso