COP28: El camino para detener el calentamiento global, como el camino al infierno, está lleno de buenas intenciones


Hay que destacar que para evitar que continúen las catástrofes climáticas —porque sí, ya empezaron—, la temperatura global no debe aumentar más de 1,5 grados Celsius. O sea, no debe aumentar ni dentro de cinco años ni dentro de veinte ni dentro de treinta. Pero cualquier persona con sentido común se pregunta: ¿es eso realista y posible cuando ya tenemos un aumento de 1,3 grados Celsius por encima de niveles preindustriales?

En la COP28 se señaló «el principio del fin» de la era de los combustibles fósiles. Un principio que, dado que la quema de combustibles fósiles es la fuente de energía que prevalece en el planeta, puede tomar mucho tiempo. Y para detener las catástrofes climáticas se necesita, no el PRINCIPIO del fin, sino simple y llanamente el fin.

Los negociadores, reunidos en Dubai, decidieron «acelerar la acción climática» antes del final de esta década. Estamos en 2023. O sea, se irán cambiando los combustibles fósiles en un período de siete años. ¿Siete años cuando todo el planeta —salvo unas cuantas sociedades aisladas en partes recónditas del Amazonas, de la China, de la India, de Siberia— está enganchado en el confort que proporcionan los combustibles fósiles?

Es difícil que en siete años los podamos ir dejando. Yo, desde mi diminuto país en Centroamérica: Costa Rica, creo que no es posible. Las clases medias y medias bajas tenemos nuestros carritos y motocicletas; y no veo cómo en siete años vamos a poder cambiarlos por un vehículo eléctrico que es carísimo. ¿Cuánto van a costar las motocicletas eléctricas? ¿Renunciarán los importadores de vehículos (en Costa Rica no se produce ni se ensambla ningún carro) a su negocio millonario? Evidentemente no, pues ¿por qué otro tipo de negocio lo sustituirán?

La economía mundial funciona con combustibles fósiles. ¿Son los generosos subsidios anunciados en la COP28 para las grandes compañías que construyen vehículos de transporte de gasolina y diesel? Evidentemente no. El Balance Mundial se considera el resultado central de la COP28. Cito el comunicado de la ONU sobre dicha reunión: «El balance reconoce que la ciencia indica que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero deben reducirse un 43 por ciento para el 2030, en comparación con los niveles de 2019, para limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius. Pero señala que las Partes no van por buen camino para cumplir los objetivos del Acuerdo de París» (el subrayado es mío).

Para reducir verdaderamente el uso de combustibles fósiles debemos cambiar nuestro estilo de vida. Renunciar al confort de tener un auto. Construir vías para bicicletas. Acostumbrarnos a andar en bicicleta cuando llueva o nieve.

Habrá que contar con la lentitud de las bicis comparadas con el auto y de caminar cuando se pueda; pero, además, en los países tan desiguales del Tercer Mundo, está el problema de la delincuencia. ¿Quién querrá exponerse a llegar a su casa en bici o a pie sabiendo que lo pueden matar para robarle el celular?

Para reducir los combustibles fósiles se necesita un cambio total de sociedad. Pasar del capitalismo salvaje a otra cosa: y de eso no se habló en la COP28. Todo parece indicar que somos adictos a los «placeres» y «ventajas» de una sociedad de combustibles fósiles. Quienes hemos pasado por eso sabemos que no todas las adicciones pueden dejarse (y sí: la gran mayoría de la población mundial es adicta al modo modo de vida que proporcionan los combustibles fósiles). Una adicción se puede dejar cambiándola por otra cosa, pero en la COP28 no se ofreció otro modelo de sociedad. Entonces seguiremos adictos.

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