Una historia de siglos tras la reciente guerra del narcotráfico en Limón, Costa Rica


En el periódico La Nación de Costa Rica con fecha 10 de febrero de 2024 se lee en la primera página: «Rebrota guerra narco en Limón con asesinato de dos jóvenes». Y luego: «Ocho personas más resultan heridas en tiroteo en vivienda». Y más: «Tiroteo mortal revela resurgimiento de guerra entre bandas de Limón»; y añade que la balacera sería por disputa de territorios entre grupos criminales para vender drogas.

Se nos informa que «Limón registraba 21 homicidios hasta este 9 de febrero de 2024, un fallecido más respecto al mismo período del año anterior. En 2023 fue el primer año en la historia en que la provincia caribeña superó los 200 asesinatos. También vemos en Limón disputas entre bandas de sicarios. Podría decirse que Limón es la provincia de mayor violencia en Costa Rica».

Estos datos no deben extrañarnos. Desde el siglo XIX, a los mestizos costarricenses (que se llaman a sí mismos «blancos») no les interesaba lo que hacían los negros (en ese entonces aún no se usaba la palabra afrodescendiente para dirigirse a ellos aún hoy se sigue usando muy poco) y además los consideraban una especie de ser humano inferior. Si bien a algunos amigos afrodescendientes no les gusta que les llamen negros, pero a veces habemos quienes la usamos porque, en mi caso particular, considero que Marcus Garvey la dignificó de tal manera que su legado sigue vigente hoy en día.

Hace tiempo no había una carretera que fuera del valle central y urbano de Costa Rica a Limón, solamente tren. En Turrialba —más o menos a mitad de camino de Limón a San José— el conductor de la locomotora, negro, era cambiado por un maquinista «blanco».

Aún hoy se habla de una famosa ley cuya existencia nadie ha podido comprobar y según la cual los negros no podían entrar en la capital o cruzar cierta quebrada que aún hoy lleva el nombre de «Quebrada de los negritos». Esto se me aclaró cuando en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, en San José, pude leer los periódicos en inglés editados y publicados en Limón por los afroantillanos. La prohibición de entrar en la capital nunca fue una ley escrita, «pero funcionaba», lo cual me hace pensar que a pesar de todo fue implícita e inyectada en la memoria colectiva tanto de «blancos» como de negros durante generaciones.

Una de las situaciones más lamentables es que el Estado costarricense les prohibiera sus rituales originarios y satanizaran sus tambores. Hoy, en pleno 2024, Limón es el único puerto caribeño, centroamericano o insular que no tiene tambores. Y, por si fuera poco, alrededor de la década de 1930 distinguidos hombres de ciencia de Costa Rica propusieron que se esterilizara a todos los varones negros.

Pero ¿de dónde venían los negros? A principios del siglo XIX, cuando Inglaterra les dio la libertad en el Caribe, viajaron por todas las costas buscando trabajo. En Limón trabajaron primero en la construcción del ferrocarril y luego en la United Fruit Company de Estados Unidos. Durante más de medio siglo el Estado costarricense se negó a reconocer su lengua, el inglés, perdiendo así un importante acervo cultural; y por si fuera poco se negó a verlos como ciudadanos, cerrando sus escuelas a la fuerza y negándoles la nacionalidad costarricense.

Pero el golpe más fuerte vino en la década de 1930, cuando la United Fruit Company, a causa de la propagación del hongo sigatoka negra, se tuvo que trasladar al pacífico del país. Según el contrato de ley acordado entre la United Fruit y el Gobierno de Costa Rica se prohibía a la mano de obra negra trasladarse al Pacífico y en el mismo Limón se redujo su participación a solo un 20 por ciento, lo que obligó a gran parte de esa zona emigrar a Estados Unidos.

La nacionalidad les fue reconocida a los negros afrodescendientes hasta mediados del siglo XX, pero aún hoy la discriminación continúa aunque hayamos tenido una vicepresidenta afrodescendiente (2018-2022), Epsy Campbell Barr. Hasta hace muy pocos años no había cines ni lugares de sana diversión en Limón para los jóvenes afrolimonenses.

Tras más de un siglo de rechazo y abandono por parte del Estado, de las empresas y de los costarricenses mestizos, ¿por qué debería extrañarnos que Limón esté siendo tomado por el narcotráfico?

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