(In)dependencia


Sergio Castañeda_ Perfil Casi literalEste 15 de septiembre se celebrará una vez más en Guatemala lo que fue, digamos, una especie de canjes de poder; una transacción, por decirlo así, bancaria; donde la élite criolla negoció el cambio de poder y así, sin choque sangriento, firmaron un acta en la que se pactaba que se dejaría de entregar impuestos a la Corona para que los criollos pudieran apropiarse del poder político en su totalidad, porque si bien los criollos tenían el poder económico, no tenían acceso a la clase política y justamente eso fue lo negociado y firmado, y 26 años después creaban la República de Guatemala.

Este 15 de Septiembre de 2015 las celebraciones por la supuesta independencia no se harán esperar, vendrán de la mano del patriotismo de pacotilla que consume buena parte de la población, producto de un sistema educativo mediocre que no prioriza en estimular el pensamiento crítico de los estudiantes ni la formación humanista y social de éstos, sumándole la reproducción del discurso hegemónico con el que los grandes medios de comunicación nos bombardean noche y día.

Este 15 se celebrará nueve días después de haberse llevado a cabo un proceso electoral por demás viciado, embarrado en escándalos de corrupción con los ex mandatarios “patriotas” presos y ligados a proceso y con el deterioro cada vez más evidente de un sistema oligárquico-militar que ya no da para más.

Resulta imperante comprender que los cambios que se necesitan son profundos y que rebasan una coyuntura, pues los problemas que nos aquejan son estructurales e históricos, y mientras eso no sea comprendido, difícil será incidir realmente como sujetos políticos.

Y es que una vez más movieron las piezas a su antojo, pues días antes de las elecciones se dio la renuncia de Otto Pérez Molina, implicado en corrupción, lo cual era una de las mayores demandas de la ciudadanía, quizá y lamentablemente, por encima de exigir la postergación de las elecciones (lo cual, de lograrlo, hubiese sido un paso radical y fundamental en el camino de la transformación del sistema). Esto responde a una estratégica sistemática para hacer creer a la ciudadanía que se encontraba empoderada y que en patrio ardimiento fueron a las urnas olvidando lo fundamental de la postergación electorera, para que de esa forma el Tribunal Supremo Electoral pudiese declarar posteriormente, en una especie de circo vernáculo, que el pueblo guatemalteco dio muestras de un gran valor cívico por el porcentaje de población que asistió a las urnas y cuanta demagogia y retórica barata usted se imagine.

Con esto no quiero decir que me disgustó la noticia de la renuncia y, posteriormente, cuando se ligó a proceso al señor Otto Pérez Molina, aunque sí es lamentable que muchos sectores no se hayan indignado sino hasta ahora porque Tito Arias esté implicado en corrupción y nunca antes hayan mostrado indignación por tener como presidente a alguien que ayudó a perpetrar el genocidio, pero así es la lógica muchas veces en este Macondo. Lo que recalco es que este país que hoy celebra su (in)dependencia necesita soluciones estructurales y no atol con el dedo electoral. Es por eso que la lucha debe continuar, por muy decepcionante y lamentable que resulte pensar que Nito o Sandri estén muy cerca de llegar a la casa presidencial. Imperante resulta comprender que no le toca a nadie, que ninguna opción es buena y que en cambio hay que apostarle a la transformación del estado desde la raíz. Solo luego de eso podremos comenzar a hablar de independencia.

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