¡Bienvenidos! Esta noche el aplauso va dirigido a todos los que hicieron posible la construcción del Museo Costarricense de las Mascarillas. Es una noche lluviosa del 2040. Han pasado ya veinte años desde aquella tragedia sanitaria que no solo tuvo sus secuelas en nuestra querida Costa Rica, sino también en el mundo.
La automatización del museo cuenta con la debida presencia de los robots que les facilitarán el recorrido. Tendremos la experiencia virtual para todos aquellos que decidieron quedarse en casa aun cuando la crisis sanitaria llegó a su fin. ¿Recuerdan el viejo lema —«Quédate en casa»— que solo funcionó unos cuantos días para aquellos que bajo la conciencia plena de sus privilegios pudieron darse ese lujo? Recordarán también el número de vidas que se salvaron, pero sobre todo el número de vidas que se perdieron.
El museo nació como una iniciativa para no olvidar, para dejar entrever que el deber de la memoria está más ligado a un fin pedagógico que histórico. Su propósito no está ligado con la venganza, sino más bien con la curiosidad. Somos animales de costumbre y es bueno de vez en cuando recordar que nos atraviesa lo humano, sobre todo dentro de nuestra supuesta condición.
Para este momento habría un gobernante aquí con una tijera en mano esperando darles un discurso, portando un traje entero de sastrería; pero no, ahora nos regulamos por sistemas de gobierno automatizados y las quejas van directo a un buzón. La política empezó a perder fuerza para los albores del año 2030 y se empezaron a generar plataformas de autogestión. Quedaron algunos representantes en los ministerios, pero el grueso ahora es manejado por sistemas.
No sé si la gente ahora viva mejor o no, pero en 2030 también se logró reformar la Constitución Política y se prohibió el uso de comentarios en redes sociales cuando el usuario excediera un máximo de cinco errores ortográficos. Empezó a operar un autoritarismo dirigido, pero siempre respetado la esfera íntima de la ciudadanía.
La gente después de que la pandemia perdió fuerza empezó a sosegarse. Al eliminarse la figura del presidente, las personas perdieron interés y dejaron de ser tan quejumbrosas. Todo pasó, eso sí, por un sistema de compras públicas mucho más eficiente con respecto a la función administrativa pública. Los medios de prensa en su mayoría se fueron a la quiebra porque, perdiendo el centro de ataque, la fuerza de sus patrocinadores cesó.
Me desvié del tema, así que a lo que vinimos. Iniciemos con el recorrido. Podrán encontrar alcohol en gel en cada dispositivo automático a la entrada de cada sala. Preferimos hacer la mesa de muestra en acero inoxidable porque el mundo —o al menos el modelo de Estado actual— está estructurado para enfrentar cualquier otra crisis y ya se han reportado casos de un virus muy contagioso en Asia.
Para el Museo Costarricense de las Mascarillas es un honor que ustedes se encuentren aquí. Decidimos escoger a los asistentes a la inauguración, dejando la representación de un ciudadano por sector. ¿Recuerdan cuando denominábamos provincias a los sectores? Pues ahora no, ahora son sectores.
Los sectores color naranja en aquella época fueron los que experimentaron más contagio. Tres de ellos quedaron así: Naranja 1, Naranja 2, y Naranja 3. Todavía años más tarde hubo sectores que se mantuvieron en alerta y actuaron con protocolos muy estrictos. De hecho, los empleadores reportaron una disminución casi total por incapacidades.
Pero me sigo distrayendo. Mejor alcen la copa de agua para brindar. Este es un esfuerzo conjunto y no habría mejor manera de agradecerles que iniciando el recorrido:
- Sala de mascarillas controversiales
Montada sobre granito negro se ve la primera vitrina de vidrio que expone una mascarilla que para el 2020 era denominada «mascarilla no quirúrgica». Justo a la par de esta, dos mascarillas más que cumplían con los máximos estándares de calidad. Como ven, la placa reza: «MR Comunicaciones Políticas» y «David Landergren».
A los asistentes que me preguntan por qué tres mascarillas aquí o por qué solo dos de las tres mascarillas contaban con todos los estándares, mejor les respondo presionando el botón de preguntas frecuentes, ya que el equipo de condensación de datos ya lo había previsto. Aquí dice: «Para el 2020 se contrató la compra de mascarillas para hospitales. A quienes se les adjudicó la compra, no cumplieron con el contrato. Uno de los oferentes, al no poder cumplir con la entrega, dijo: “España me detuvo la mercancía debido a una orden Real Federal”». Las dos figuras a las que se les adjudicó la entrega de 12 millones de mascarillas no quirúrgicas entregaron solo el 17.5%, pero resulta que las mascarillas que iban a ser asignadas a los hospitales en realidad no eran de uso médico, dado que se adujó un error material en la compra.
MR Comunicaciones Políticas y «David Landergren afortunadamente pudieron hacer un pedido especial para ellos, de manera que sus mascarillas eran infalibles para detener cualquier virus.
- Sala Román Macaya
Montada sobre granito verde aqua en vidrio trasparente resplandece una mascarilla junto a la careta de mayor moda y venta: la que venía con anteojos incorporados.
Estos dos elementos son de sumo valor. La mascarilla la rescató un cuida carros después de la conferencia de prensa, pues resultó ser la mascarilla que usó el máximo jerarca de la CCSS justo el día que se le fueron encima para desprestigiar su labor hasta entonces.
¿Que si de verdad era un sinvergüenza como lo querían hacer ver algunos medios de prensa y de televisión? A ver, mejor presiono el botón de preguntas frecuentes, que seguramente aquí está también la respuesta a su pregunta:
«La compra directa en estado de emergencia pasó por el tamiz de la Contraloría General de la República, que, como su nombre lo indica, controló cómo se hicieron las compras de mascarillas. Hay un informe de precio para la adopción del acto final. No todos los oferentes entran ahí, hay dictaminadores técnicos. El oferente puede inducir a error al dictaminador. En fin, el tema de contratación administrativa es amplio y se necesita un debido proceso para establecer o no la responsabilidad del funcionario encargado del cartel de la licitación. Pero le tenían el ojo puesto a Román Macaya porque lo querían acabar políticamente y la prensa había iniciado una campaña de persecución.
- Sala Carlos Alvarado
Montada sobre resina con plástico duro yace la mascarilla del entonces presidente de Costa Rica. Al lado de la mascarilla una placa ofrece los siguientes datos:
Hotel Punta Islita
- $690.00 Hospedaje
- $497.20 Alimentación
- $930.00 Viaje de ida en aeronave (depositada en cuenta de Garnier)
- $1,860.00 Viajes especiales aéreos (50% lo pagó el presidente)
Pero antes de que alguien me haga la pregunta, mejor presiono otra vez el botón de preguntas frecuentes y me adelanto a responderles quién era Garnier. André Garnier era el ministro de coordinación y enlace con el sector privado en medio de la pandemia… Perdón, ¿que uno de los visitantes quiere decir algo? ¿Usted? A ver, diga. Ajá, ¿que usted lo recuerda muy bien? ¿Qué sus papás una noche estaban hablando de ese tema durante la cena cuando aún era un niño? ¿De un helicóptero, del presidente, de un hotel? ¿Que en ese entonces usted les preguntó de qué estaban hablando? ¿Que entonces entendió que en medio de una pandemia el presidente de Costa Rica en el año 2020 había usado el medio de transporte más caro para trasladarse a un hotel de playa? Ah bueno, entiendo. Gracias por compartirnos su valiosa experiencia. Continuemos con el recorrido.
- Mascarilla y pañuelo de Pilar Garrido
En esta vitrina de vidrio ámbar hay una división justo en el medio que separa, por un lado, una mascarilla y una careta; y del otro, un pañuelo. Como ven, la placa reza: «El pañuelo era de diseñador. Varias banderas sublimaron la seda o el poliéster». Su portadora fue en su momento la ministra de planificación y sobre ella cayeron una serie de críticas por haber usado el pañuelo como está aquí, con la bandera de Cuba y de Venezuela mayormente visibles. ¿Que si fue una buena ministra, me pregunta uno de ustedes?
Para no perder la costumbre, presiono el botón de preguntas frecuentes, y la respuesta a esa pregunta. Pero… ¡oh, qué sorpresa! ¿Qué la respuesta a esta pregunta nos la dio el hijo de la señora? A ver, leamos: «Mi mamá era entonces una mujer joven, trabajadora. La recuerdo cuando yo era niño: yo, almorzando para apurarme a hacer las tareas de primer grado; y ella, ahí, dando la cara públicamente ante un escenario tan abrumador. No sé si lo hizo todo bien, pero trató de hacer lo mejor. Se le notaba. Le pedí entonces que botara sus pañuelos para que no la insultaran después en las redes sociales, con o sin bandera. Era mejor prevenir que lamentar».
- No mascarillas
Y aquí esta vitrina con baño de oro, vacía, en honor a todos aquellos trabajadores informales que salieron de sus casas con la misma mascarilla desechable, usándola una y otra vez, despertándose una y otra vez para recomenzar y para cumplir su faena. Aquellos solitarios en medio de la crisis con la dignidad del deber ser, despeinados quizá por un viento que les sopló desde arriba aquel día en que el presidente, confiando en un mejor porvenir para su pueblo, venía de paseo por los aires.
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¿Quién es Elizabeth Jiménez Núñez?