Durante los últimos días el ambiente político del país ha sufrido una gran transformación: el involucramiento de varios sectores sociales que convergen en un hastío causado por la situación nefasta en la que vivimos desde hace muchos años. Podríamos hacer un análisis amplio y detallado de las causas económico-históricas que han llevado a este hundimiento, pero realmente considero que será tarea personal indagar sobre el tema. No es mi punto de interés en este día: lo he ahondado mucho porque tuve la dicha de crecer en el seno de una familia que diariamente practicaba el análisis empírico y otro tipo de reflexiones más teóricas y profundas, y. que me permitió reconocerme como ciudadana comprometida desde muy joven, invitándome a participar en el ejercicio ciudadano de la protesta social. Por esto enumero a continuación algunas simples pero humanistas e importantes razones del porqué necesitamos participar en las manifestaciones que se han llevado a cabo y que seguirán haciéndolo.
- Derecho y deber ciudadano capitulado en el artículo número 33 de la Constitución Política de la República de Guatemala.
- Ejercicio democrático.
- Expresión social, artística y personal de repudio y exigencia.
- Libera parte del estrés que vivimos continuamente dentro de esta violenta sociedad.
- Espero el surgimiento de nuevos liderazgos de los que, al tener abiertas las puertas y con un pueblo concientizado, puedan surgir opciones y oportunidades de cambio.
Podría seguir enumerando razones, pero correría el riesgo de que parecieran no solo banales, sino de ser desvaloradas como simples y sin esquema alguno. La realidad para mí consiste en protestar, exigir, salir a las calles junto con muchos y ahora con miles, porque no he dejado de creer que en Guatemala podemos vivir de una forma diferente, con dignidad para todos, dignidad en la labor del campesino que trabaja de sol a sol, dignidad, justicia y un clima de paz para todos y cada uno de los habitantes de este pequeño trozo de tierra al norte del istmo centroamericano. Grito la necesidad de que se aclaren y se evidencien los malos manejos del gobierno como las jugadas de corrupción y compadrazgo de los grandes empresarios evasores de impuestos, camino y acompaño a líderes indígenas, a compañeras defensoras de los derechos humanos, a catedráticos, a amigos, a intelectuales, a trabajadores, a obreros, a mujeres, a indígenas y a cualquier ciudadano en general que tome el valor, pues en Guatemala se requiere gran valía para exigir derechos o la verificación de responsabilidades de parte de los gobernantes. Deseo que en un futuro mis hijos y los suyos puedan vivir en un suelo más justo, porque no quisiera ser una cobarde que, al ser cuestionada más adelante, diga que me quedé de forma contemplativa leyendo, estudiando, analizando desde mi condicionamiento de clase o viendo la televisión por un pesimismo que se verá como un realismo puro únicamente porque faltó mi brazo para alzar la lucha, la resistencia, la protesta.
Hace unos días mataron a un amigo de mi familia; ayer, al tuyo, a tu hermano o a tu primo; mañana será a cualquiera, otro u otra más y un día seremos nosotros hasta que no logremos condiciones de vida dignas y equiparadas para todos, hasta que los niveles de corrupción no desciendan y las buenas condiciones de vida de los guatemaltecos sean, por lo menos, estables.
No apostaría nada porque se logre o no, pero vivimos una coyuntura que podría ser la puerta al surgimiento de nuevos liderazgos, de nuevos grupos de guatemaltecos probos que logren llevar a esta heterogénea sociedad guatemalteca al crecimiento, al desarrollo y al cumplimiento de los Derechos Humanos. Tal vez sea un sueño más de esos tantos inconclusos que este país lleva acumulados, un sueño de una nueva primavera, pero al menos sabré que esta vez soy parte del intento y del esfuerzo por lograr que la historia juegue a nuestro favor.
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