Miss Representation


Diana Vásquez Reyna_ Perfil Casi literalA veces me pregunto si pensamos en el Poder, ese ente que abruma, que no tiene nombre ni apellido y que muchas veces se confunde exclusivamente con los puestos altos en la política mundial. Ahora que están en boca de todos los debates entre los candidatos a la Presidencia de EE. UU., salen a relucir los temas considerados muy importantes a nivel moral, como las infidelidades de Bill Clinton, el envío de correos de Hillary y el comportamiento de un tipo sumamente desagradable como Donald Trump y su negativa a publicar sus declaraciones de impuestos.

De los temas hablados en los debates estadounidenses, los de contenido sexual siempre son más hostiles, violentos y recriminados cuando se trata de destruir a una oponente mujer. Incluso ver a Hillary Clinton como una persona “fría” le ha restado votantes, que identifican esa frialdad “no apta” a los roles femeninos acuñados —acuñar, en su acepción imprimir y sellar— a las mujeres. La candidata demócrata ha cedido, entonces, a volcarse en campañas que la muestren como “una madre y abuela cariñosa” en un intento por quitar esa imagen de persona fría. Me pregunto cuántas veces a alguno de los candidatos presidenciales hombres se le ha pedido tal cosa.

Teun A. van Dijk es uno de los primeros en introducir el análisis crítico del discurso, un tipo de investigación analítica sobre el discurso que estudia primariamente el modo en que el abuso del poder social, el dominio y la desigualdad son practicados, reproducidos, y ocasionalmente combatidos, por los textos y el habla en el contexto social y político.

El analizar el discurso político es todo un arte, pero aquí me interesa mucho más cómo analizamos el discurso alrededor de la construcción del imaginario colectivo respecto de la  imagen de las mujeres. Muchas veces nosotras mismas no nos damos cuenta de que en nuestro crecimiento y andar por la vida hay muchos comportamientos que tenemos, que repetimos por repetir y que a veces nos obligan a tomar ciertas decisiones y aceptar ciertas realidades con resignación, pues consideramos que así han sido, deben y deberán ser las cosas para nosotras. Quizá nadie nos ha dicho lo contrario.

Para empezar a conocer y/o analizar este discurso particular que se relaciona con muchos aspectos, desde lo social hasta lo económico, y que definitivamente también tiene repercusiones para la vida de los hombres, recomiendo el documental Miss Representation (2011), escrito y dirigido por Jennifer Siebel Newsom. En él se expone cómo los principales medios de comunicación y la cultura contribuyen a la subrrepresentación de la mujer en posiciones de poder e influencia en EE. UU.

El nombre del documental es un juego de palabras que evoca tanto a los concursos de belleza como a la falta de representación de las mujeres  —miss, fallar, perderse, echar de menos—. La traducción que se hizo del título en español fue “Miss Escaparate”. En el documental se explora también cómo los medios venden a la gente joven la idea de que el valor de las niñas y mujeres yace en su juventud, belleza y sexualidad, y no en su capacidad de liderazgo. Por contraparte, los chicos aprenden que su éxito está unido a la dominación, el poder y la agresión.

En Miss Representation también hay comentarios sexistas sobre Hillary Clinton que nacieron de los medios cuando competía contra Barack Obama. Los años pasan y los escenarios no han cambiado mucho. El contexto es EE. UU., pero se pueden encontrar similitudes en contextos centroamericanos; al fin y al cabo, somos el patio trasero que consume y repite su mainstream (ideas, actitudes o actividades que son compartidas por la mayoría de la gente y consideradas como normales o convencionales).

En este sentido de representar a las mujeres con experiencias que quizá muchas comparten pero pocas han podido expresar, la revista Look Magazine está logrando un trabajo importante al narrar experiencias de violencia sexual y motivar a más mujeres guatemaltecas a que se sumen a romper el silencio cultural e impuesto sobre las agresiones que sufrimos.

A veces olvidamos que las violaciones también son crímenes de poder y que aumentan en número cuando los hombres se sienten subordinados, con menos poder, y encuentran en las mujeres a sus objetos para dominar. La violencia sexual no se relaciona exclusivamente con pulsiones sexuales, ya que en ese caso la masturbación podría ser una solución efectiva, sino con la idea creada en los hombres de que no deben sentirse menos poderosos y que tienen que estar por encima de alguien. La desigualdad es el caldo de cultivo para la frustración fomentada por el mainstream, los hombres también han tergiversado su propia imagen exigiéndose tanto poder como sea posible hasta convertirse en agresores y violadores.

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