Si son de las personas que piensan que el color de la piel no importa, es porque tienen la piel clara, blanca o casi blanca. Para ti ese no es un tema, pero en los constructos sociales que hacen funcionar la cotidianidad el color de la piel lo rige prácticamente todo.
Chateando con un amigo, le presenté a un autor estadounidense poco conocido por estos trópicos: James Baldwin, considerado una de las mentes más célebres de la década de 1960 que estaba bajo la mira del FBI. Baldwin es uno de los escritores negros que más libros vendía en todo el mundo en aquel entonces.
A este autor lo conocí gracias a que en Democracy Now reportan sobre las manifestaciones en Estados Unidos por la violencia policial contra la comunidad negra y tienen entrevistas con académicos negros que hablan, discuten y reflexionan magistralmente sobre las consecuencias del racismo en su sociedad (en cualquier sociedad).
Entonces mientras desayuno he podido escuchar, entre otros profesores y pensadores, a Ibram X. Kendi sobre cómo ser un antirracista; a Keeanga-Yamahtta Taylor y Cornel West sobre el levantamiento contra el racismo; y a Eddie Glaude, cuyo libro más reciente es Begin Again: James Baldwin’s America and Its Urgent Lessons for Our Own (Comenzar de nuevo en EE.UU.: el país de James Baldwin y su mensaje urgente para nuestro presente). En este habla sobre cómo Baldwin «insistía en que se dejaran de lado los mitos y las ilusiones y se entendiera cómo la supremacía blanca había desfigurado y distorsionado el carácter de ese país».
Entre hilar y buscar también me topé con Ijeoma Oluo, escritora nigeriano-estadounidense, quien ha escrito para The Guardian, Jezebel, The Stranger, Medium y The Establishment. Oluo publicó el libro So You Want to Talk About Race (Entonces, quieres hablar de raza). Su trabajo abarca la misoginia, la interseccionalidad, el acoso virtual, el movimiento Black Lives Matter, la raza, la economía, el feminismo y la justicia social.
Todo lo que estos autores dicen es potente, lleno de matices, con argumentos devastadores que se conectan con la realidad del planeta actual en destrucción sin reversa. En mis años de universidad, en el pensum de estudios de literatura y humanidades, solo leí a dos autores indígenas. No recuerdo haber leído a ningún autor negro.
Por este tema también llegué al libro White Fragility (Fragilidad blanca), de Robin DiAngelo; persona blanca y académica estadounidense, quien define esta fragilidad blanca como «incomodidad y actitud defensiva por parte de una persona blanca cuando se enfrenta a información sobre la desigualdad racial y la injusticia». En sus conferencias reflexiona sobre cómo ha sido cómodo para las personas blancas pensar que pueden existir sin referencias ni las vidas de las personas negras.
Esta segregación de pensamiento nos roba tanto para caminar en el mundo. ¿Se lo han pensado alguna vez?
[Foto de portada: Allan Warren]
†