El arte en un mundo de críticos y ociosos


Mario Ramos_ Perfil Casi literalEstamos en la era de la crítica y el juicio. Vivimos con ansiedad por mantener una buena imagen dentro de un mundo saturado de opiniones de «eruditos» y ociosos. Estamos más expuestos a la crítica que al COVID-19.

En septiembre de 2021 presenté en Honduras mi opera prima, La Condesa, un filme que despertó muchas opiniones. Algunos la catalogaron como la mejor película hondureña y otros dijeron que era muy mala. Lo cierto es que todo este ruido me pareció interesante e incluso halagador: ver cómo se juzgaba sin piedad y como se discutía sobre el tema me hacía ver que al menos mi trabajo estaba siendo percibido y analizado. Recuerdo que una de las críticas que a mi parecer fue respetuosa y profesional decía que «juzgarla [a la película] con condescendencia era absolutamente contraproducente», con lo que estoy totalmente de acuerdo. Si bien es cierto que las críticas son desagradables, también son necesarias.

Sin embargo, si vamos a hablar de crítica, primero debemos dar un paso atrás y analizar, al menos brevemente, lo que esta significa. Existe una confusión de acepciones que podría ser la culpable de que al criticar no respondamos a la libertad de juicio y el análisis, sino a la voluntad de ofensa. Según el Diccionario de Real Academia de la Lengua Española la palabra crítica significa «analizar pormenorizadamente algo y valorarlo según los criterios propios de la materia de que se trate», pero también puede ser «hablar mal de alguien o de algo, o señalar un defecto o una tacha suyos. Lo critican por sus declaraciones. Le critican su ropa». He ahí la confusión y por qué razón hay tantos «críticos de arte» hoy en día.

Ahora bien, cuando hablamos de la crítica de arte estamos hablando del juicio de valor expresado, mayormente, sobre las obras desde una mirada estética; pero también se refiere a su relevancia dentro de un contexto social y político determinado. Sin duda existen muchos críticos que cuentan con el conocimiento, la experiencia y el talento necesario para presentar un análisis profundo y valoraciones sobre las obras en sí, considerando los contextos y miradas anteriormente mencionadas; pero también hay un sinnúmero de locuaces que simplemente opinan de manera visceral.

La crítica de arte puede definirse primeramente como una forma de literatura que se ocupa de evaluar el arte. Sin embargo, pareciera carecer de una definición formal. Por un lado, la crítica de arte se entiende como una práctica histórica que ejercieron muchos escritores: desde Plinio o Vasari hasta los actuales; y por otro, se considera una forma de escritura independiente. Desde el siglo XVIII la vía de comunicación directa entre el crítico y el público, así como el auge de la burguesía como clase social que invirtió en el arte como objeto de ostentación, propiciaron el ambiente social necesario para la consolidación de la crítica artística. Sin embargo, con el paso del tiempo, esto se fue degenerando.

Hoy en día existe una gran masa de personas que critican y opinan sobre todo lo que no entienden o desconocen, acaso queriendo ocultar su insensibilidad e ignorancia, o pretendiendo ser parte de una clase superior y educada dentro de una sociedad que resulta cada vez más experta en todo. Según el estadista chino Mao Tse-Tung, la crítica «debe hacerse a tiempo y no dejarse llevar por la mala costumbre de criticar solo después de consumados los hechos».

Una vez escuché decir que existen críticos que ven la música y oyen la pintura. La belleza del arte radica, precisamente, en la variedad de expresiones y sentimientos que el artista entrega a través de su talento y más aún en las emociones que despierta en aquellos que la aprecian, e incluso, en aquellos que ni siquiera la entienden.

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