Pensar en Panamá es pensar en el Canal, Rubén Blades, Mano de Piedra Durán, Mariano Rivera, la pollera, las playas… Pensar en Panamá no es pensar en arte y mucho menos en literatura. Ya es difícil escoger un escritor sobresaliente, y si le pedimos a alguien fuera de Panamá —y muchas veces dentro— que escoja su libro favorito de autor panameño, es muy probable que no haya leído ninguno.
No pienso tirármelas de la más culta —pues hasta el día que comencé a escribir tampoco tenía mucha experiencia con la literatura panameña—, pero algo que pasa cuando uno se vuelve escritor en este país es que se suele interesar por las obras de otros, por las palabras ajenas. Uno se deja envolver por letras que no salieron de sí mismo.
Lo curioso, sin embargo, es que antes de que me sucediera todo eso —antes de que existiera en mí una verdadera dedicación por estudiar la literatura panameña— ya había un libro panameño que había capturado mi atención: Loma ardiente y vestida de sol, de Rafael Pernett y Morales.
Me gustaría decir que lo escogí, pero es mentira. Lo escogió para mí un profesor, no de literatura sino de sociología, algo que significó un reto más grande. No era, después de todo, un libro que me obligaría a discutir motivos ni hacer análisis de personajes, sino uno que me permitiría discernir lo que hay detrás de cada historia.
El libro, que en análisis resulta más panameño y a la vez más universal de lo que tenía la capacidad de entender a los 15 años, narra las vivencias de los habitantes del que, muchos años atrás, fuera un barrio muy conocido en Panamá: Loma La Pava, lugar que con el paso de los años ha cambiado en sobremanera y hoy alberga muchos edificios modernos.
Pero el libro no solo es una experiencia literaria, sino además una experiencia social, especialmente para alguien como yo: una niña que hasta ese entonces había tenido una vida bastante protegida de las adversidades que todos, hasta mis propios padres, podían estar viviendo. Es un libro acerca de lo que significa ser pobre, los estragos de la violencia y no poder escapar de lo que parece un destino manifiesto. Es también una obra que expone la violencia de género mientras nos enseña, sin predicar, que nadie está atado a las circunstancias y que todo el mundo tiene la capacidad de cambiar su vida. Y quizás lo más importante, se trata de un libro real, con mensajes positivos pero no necesariamente con un final feliz para todos (porque así no es la vida). Es un libro que refleja la Panamá de antes y que, de alguna forma, huele a Latinoamérica en general, a aquello que nos une y que nos hace parte de un mismo conjunto.
Quizás no sea el mejor libro alguna vez escrito en Panamá —soy muy parcial sobre este tema—, pero sí es una obra imprescindible para entender a la literatura panameña y en general al país. Talvez haya otros con mayor y discutible calidad literaria, pero hay pocos libros que se han quedado conmigo como Loma ardiente y vestida de sol.
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¿Quién es Lissete E. Lanuza Sáenz?
Hola Lissete, me encanta la manera por la cual entretejiste tu reseña de este libro panameño con unos detalles personales. Vivo en Chicago y, ya habiendo leído esta entrada, tengo ganas de leer Loma ardiente y vestida de sol. Estoy seguro que puedo conseguir un ejemplar sin problemas.
Un abrazo,Richard