Para comprender los movimientos culturales que las comunidades LGTB están generando en Guatemala y su auge en la actualidad, creo que lo más coherente es ir adentrándose en ellos cronológicamente.
Retomando el vacío que se marcó por los discursos en la literatura de disidencia sexual desde los años 80 con Mario Alberto Carrera, es importante tomar en cuenta el ambiente de represión política de la época. A final de cuentas no solo la lucha armada es política: la sexualidad y sus formas de expresión/satisfacción son lo que Bataille llamaría «políticas del deseo».
Fue hasta entrado el siglo XXI, específicamente en 2006, cuando apareció un escritor/artista que volvió a poner en nuestro mapa geográfico-literario otro punto de vista: Manuel Tzoc Bucup (Totonicapán, 1982), quien es, en su propia definición, es “un ser híbrido, un artista indígena, gay, un ser urbano… un rizoma”. Su viaje empezó unos años antes en su búsqueda de expresarse. Originalmente inició con un amigo: Marlon Francisco (otro disidente) que pertenecía a un grupo con pretensiones literarias y mesiánicas organizadas por los talleres/proyecto editoriales de Luis Leiva.
Después, buscando una plataforma que le permitiera publicar sus textos y crecer como artista, llegó a Folio 114, un colectivo encabezado por Simón Pedroza (entre otros) que desde 1998 tiene, a partir del proyecto de Casa Bizarra, su propia editorial independiente: Ediciones Bizarras. En este proyecto, en palabras del mismo Manuel, “se dio un espacio a visiones periféricas, a los marginados, a los que no entran en el statu quo”, definición muy similar a la de Spivak con sus estudios del subalterno. Es en esta editorial donde publicó su primer libro en 2006: Esco-p(0)etas para una muerte en versos b…ala. Este libro fue el primero de disidencia sexual que publicó Ediciones Bizarras y en él se refleja un discurso desde una postura netamente gay. También es la única obra de su tipo que han publicado hasta la fecha, porque como veremos al ir desenmarañando esta historia de revolución sexual/cultural, porsteriormente se irían formando otros proyectos en los que se reunirían artistas de la comunidad LGBT.
El segundo libro de Tzoc Bucup, Textos insanos, fue publicado en 2009 con el proyecto editorial mexicano Santa Muerte Cartonera. Posteriormente en 2010 publicó Gay(o) por su propia cuenta después de que una editorial argentina desistiera de hacerlo. Gay(o) es un texto que talvez se podría clasificar como homo-porno.
A todo esto hay que tomar en cuenta que hasta ese entonces la expresión de las preferencias sexuales no había tenido mayor libertad. El espacio que las editoriales independientes posibilitaron para su publicación fue fundamental; posteriormente surgió la necesidad de formar proyectos editoriales y culturales propios, principalmente al ir consolidando un discurso más —¿cómo podríamos definirlo?— personal, real, transgresor de categorías dominantes dentro de una anquilosada sociedad patriarcal y homofóbica. Las expresiones LGTB han ido ganando un espacio, no solo de reconocimiento en el ámbito cultural, sino también en nuestra sociedad en sí.
Fue así como en 2015 surgió la editorial La Maleta Ilegal, un proyecto realizado por Manuel Tzoc y Rodrigo Arenas (Chile, 1976), un proyecto que no quiere ser encasillado en la etiqueta de una “editorial gay” dado que esto reduciría el campo discursivo que presentan dentro del ámbito cultural. La Maleta Ilegal edita, de una u otra manera, textos de corte disidente (sexualmente hablando). Para empezar, los textos del mismo Manuel; y en el caso de Rodrigo, textos de corte homo-porno (para seguir utilizando el mismo término) como en su libro Pulp queer (2016). A ellos se unió otro escritor importante: Fabrizio Quemé (1990), con su libro Perverso & disfórico, y quien también llegaría a ser el organizador principal de otro movimiento LGBT interesante: La Macha.
De esta forma las editoriales independientes (no necesariamente LGBT) abrieron un camino inicial para la expresión de estos discursos disidentes en contraposición a la hegemonía cultural incentivando la posterior formación de proyectos, por los mismos escritores/artistas, en los que se pudiera tener la libertad de expresión necesaria para tomar su posicionamiento cultural en nuestra sociedad. Y nada más sano puede haber que la expresión de colectivos disidentes como estos en un país con ínfulas de ser democrático y pluricultural, pues solo así nos alejaremos de la intolerancia hacia la diversidad de los otros.
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