Cuando MF DOOM se puso la máscara


Rodrigo Vidaurre_ Casi literalIntuitivamente pensamos que el papel de una máscara es ocultar nuestra verdad detrás de una falsa persona. El filósofo Slavoj Žižek invierte esta premisa: ¿qué tal si, por el contrario, las máscaras nos libran de las presiones sociales y nos permiten ser quien realmente somos? Evocando El hombre de la máscara de hierro de Alejandro Dumas, Žižek nos sugiere que a veces hay más verdad en la máscara que detrás de ella.

Se ocurren pocos casos mejores para ejemplificar este fenómeno que el del mítico rapero angloamericano MF DOOM. Nacido en Londres, Daniel Dumile comenzó su carrera en el trío de rap neoyorkino KMD junto a su hermano Dingilizwe. Tras la muerte accidental de este, la productora canceló el contrato para su segundo disco y Daniel desapareció del escenario para siempre.

En su lugar apareció MF DOOM, un rapero enmascarado que emanaba misterio y talento en igual medida. Su máscara metálica, así como su nombre y la portada de su primer álbum, estaban basados en el supervillano de Marvel, Doctor Doom. Operation Doomsday (1999) se convirtió en un clásico del hip-hop underground y, gracias a su estilo innovador lleno de punchlines y samples de caricaturas, pasaría a cambiar para siempre la historia del género.

Aunque su estilo y su personalidad siempre lo mantuvieron lejos del mainstream, los siguientes veinte años verían la consolidación de MF DOOM como uno de los artistas de más peso y reconocimiento dentro de la industria. Sus mayores éxitos incluyen Mm…Food (2014), para muchos el pináculo de su identidad artística y Madvillainy (2004), legendaria colaboración con el productor Madlib que muchos cuentan entre los mejores álbumes de la historia. Paralelamente, DOOM realizó proyectos con personajes alternos como lo son King Geedorah —basado en un monstruo de Godzilla— y Viktor Vaughn, una versión más joven de MF DOOM.

Pero por más que crecía su fama, DOOM se mantuvo fiel a su personaje, ocultando no solo su rostro, sino también su vida privada de las cámaras y los reporteros. En las pocas entrevistas que llegó a dar apareció siempre con su icónica máscara y, muchas veces, hablando como si fuera un auténtico villano de cómic. No era inusual que DOOM diera declaraciones controversiales —como que solamente rapea por dinero— o que mandara dobles en su lugar para dar sus conciertos.

Al preguntarle por qué lo hacía, DOOM respondía simplemente que era un villano, no un tipo bueno. Esto frustraba a fans y críticos, tan acostumbrados a ver a los artistas como commodities que nos sirvan a nosotros los «clientes». Por esto mismo opino que la respuesta de DOOM es perfectamente acertada, pues expone la hipocresía de celebrar sus excentricidades artísticas y encima exigir que el personaje que las creó se suspenda a nuestro antojo. Ante las quejas, DOOM siempre recriminaba a sus fans por ir a un concierto esperando una cara y no su música. Creo que DOOM entendía una idea que también sería retomada en películas como The Dark Knight Rises: que la máscara es un símbolo que a su vez crea al personaje.

DOOM murió el año pasado en condiciones misteriosas y sin que nadie se enterara, demostrando que su compromiso con el personaje llegaría hasta el último momento. Aunque trágica, su muerte deja claro que no debemos buscar su verdad detrás de la máscara ya que el legado de MF DOOM habla por sí mismo y seguirá inspirando a raperos y productores a innovar con integridad y autenticidad.

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