La antropología y el mundo de lo diferente


Jimena_ Perfil Casi literal

Para este artículo tomaré como base los trabajos publicados La razón del otro ¿para qué sirve la antropología hoy?, de Miguel Barnet; Antropología y Transdisciplinariedad, Jesús Guanche y El Objeto de Estudio de la antropología, de Alain Basail.

“El mundo ha evolucionado favorablemente, a pesar de todo, hacia la eliminación de muchos de los prejuicios. Para nadie es raro ya que un joven hoy se ponga un anillo en la nariz o en las orejas, como en las sociedades llamadas primitivas. O se haga un tatuaje y se coloque un peto de cuentas y lo exhiba con orgullo, o cuando menos como signo de identidad y deferencia.”

Después de buscar y leer varios artículos sobre la actualidad de la antropología, encuentro varios puntos de vista no solo interesantes sino didácticos y explícitos sobre dicha actualidad y el devenir de esta disciplina como ciencia. Comparto la esperanza que expresan los antropólogos del presente en cuanto a la importancia de la “Humanización” y de que este tema se hable de forma seria y con un sentimiento de “legítima raíz humanista”.

Por lo que se percibe en las publicaciones enumeradas al inicio de este artículo, los autores se encuentran en un entorno social que ha desarrollado mucho más a fondo las Ciencias Sociales, y esto les ha permitido vislumbrar  un proceso de cambio y aceptación mayor del que vemos en nuestra sociedad guatemalteca. Este será un proceso de tiempo y en el que la antropología y en general la educación deberán seguir abriendo el camino, puesto que aún vivimos rodeados de prejuicios y de un temor hacia lo diferente, hacia lo que no nos es común o no entendemos. Todavía, como sociedad, nos es difícil la tolerancia y la empatía y se margina a quien utiliza el pelo distinto o a quien abiertamente expresa su sexualidad, gustos o preferencias sin estar apegados a los estereotipos ya aceptados.

Es por esto que debemos luchar por cambiar, por entendimiento y convicción, la visión y el enfoque cultural; lograr un análisis profundo y no superficial sobre el cómo lograr entendernos como seres humanos, cómo respetarnos realmente y cómo entender que el “otro” merece el mismo respeto y entendimiento que “yo”. Para ello debemos lograr un concepto de cultura sólido y no uno frágil, un concepto de la diversidad en un sentido pleno y democrático, sin excluir a nadie ni hacer inferior a quien es simplemente diferente a mí.

Esta situación tiene orígenes antiguos puesto que ha sido Occidente ­—con su forma de pensar y ver las cosas, normalmente siempre al servicio de algunos cuantos— que se ha impuesto sobre todo tipo “distinto” de entendimiento de vida; fue así como lo hizo en las conquistas y en la vida dentro de las colonias, no solo en América sino también en África y Oceanía; siempre imponiendo su forma de pensar e implementando sus sistemas.

Ha sido en los últimos tiempos en que muchos han logrado ver la riqueza que Oriente siempre ha ofrecido, riqueza a desarrollar no solo en logros económicos con la microeconomía, la macroeconomía o en las tazas de cambio mundial; sino en el desarrollo de capacidades, en el respeto a la naturaleza y en la espiritualidad propia del ser humano.

“Asumir y defender su cultura, no es poner en práctica un dogma, ni reducir la vida a un conjunto de valores elementos endógenos…”.  Comprendernos y respetarnos, superar ya los conceptos que se nos han enseñado, muchos de ellos por medio del uso y manipulación de las religiones occidentales, lograr una visión antropológica que logre ver a las culturas vecinas como sus iguales aun siendo diferentes. El camino es hacia una comprensión intercultural que asuma la diversidad cultural y el respeto del otro. La antropología social nos ha de servir como una cura, como una solución para los problemas que originan las diferencias y los prejuicios.

Es interesante pensar en el análisis de cómo nos podrán visualizar a futuro los pueblos que hasta la fecha han estado bajo la lupa de los occidentales, cómo los pueblos preocupados ancestralmente por la elevación del espíritu y la armonía podrán juzgarnos de forma tan dura como lo ha hecho esta mitad del mundo. La obsesión de Occidente por el dinero o hechos históricos como la inquisición deja mucho en qué pensar puesto que nos insta a superar la visión de todos los poderosos para pasar a un estado equilibrado.

“La cultura occidental judeocristiana se ha vanagloriado de inventar un término para canonizar su aparente superioridad, el de civilización…”. Esto ha con el fin de ver a Occidente como superior, siendo los otros inferiores o ignorantes y sin remedio más que aceptar lo que se les quiere imponer. Se trata, pues, de la antropología junto a las ciencias que la auxilian y le facilitan un medio para lograr la comprensión profunda de los demás.

La antropología aún tiene mucho camino que recorrer y a muchos a quienes mostrarles, mediante el diálogo y la educación, el camino del respeto mutuo.  Así como menciona el Profesor Alain Basail, es necesario “restituir o construir el mundo de los otros”: de los otros que habitan nuestra propia sociedad. Creo que es aplicable totalmente a Guatemala, pues actualmente se habla de multiculturalidad pero no basta solamente con hablarlo y escucharlo en campañas publicitarias que fomentan el turismo, sino que debemos ver que es nuestra realidad y que somos un pueblo que, para desarrollarse, necesitamos respetarnos y vernos reflejados en esa diversidad cultural, social, etcétera. Para ver la riqueza del otro, del diferente, del que no hace o piensa como yo puesto que lo hace a su manera según sus creencias y costumbres, lo que lo hace un ser igual a mí dentro del amplio mundo de lo diferente.

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