Desde hace algunos meses participo en un club de lectura llamado «Libros negros», que explora las narrativas marginales del horror, el terror, la ciencia ficción, la fantasía y lo raro, que muchas veces son consideradas como «literatura menor» —los cánones y sus ignorancias—.
Pues bien, en este espacio de gente que babeamos un poco por vampiros y otras alimañas-sensaciones lovecraftianas también nos hemos retado a buscar a las mujeres que escriben o escribieron en las periferias de lo marginal; y que, para nuestro placer, han resultado ser geniales y ricas en propuestas, ideas y estéticas. En esta primera entrega les hablaré de dos autoras: la mexicana Amparo Dávila y la chilena Elena Aldunate.
Lo siniestro cotidiano: Amparo Dávila
Según varias biografías, la escritora mexicana nacida en Zacatecas, Amparo Dávila (1928-2020) alimentó sus escenarios literarios en la biblioteca de su padre. Quizá allí la atrajo «la lectura perturbadora» mientras veía por la ventana cadáveres que enfilaban hacia el cementerio. Vivir al lado de un camposanto debió dejar indicios profundos para explorar el miedo, lo siniestro, la inestabilidad mental y lo sobrenatural.
En el club leímos su cuento «El huésped» (1957), un relato aparentemente sencillo, pero escalofriantemente actual. En este relata cómo una mujer, sus hijos y la sirvienta viven temerosos día y noche a causa de la presencia de algo (presumiblemente un extraño animal de ojos amarillos y redondos) que su marido llevó a casa al regresar de uno de sus frecuentes viajes. «El mundo de Amparo Dávila es siempre uno y lo maravilloso es que ese solo mundo es polifacético, diverso. Nace siempre de lo cotidiano, diría de lo modesto, de lo sin nombre, pero que poco a poco, sin nerviosismo, sin intranquilidades, va recorriendo un lento camino hacia lo insólito; es una ruta al erizamiento», escribe Luis Mario Schneider en la nota introductoria a una selección de relatos de esta escritora zacatecana.
Me gustó particularmente que los únicos personajes del cuento que llevan nombre son los que históricamente siempre son excluidos y olvidados: Guadalupe, la sirvienta, y su hijo, Martín. El cuento también visibiliza una sororidad que logra resistir y vencer ese algo tan familiar como violento.
La dama de la ciencia ficción: Elena Aldunate
De México pasamos a Chile. Elena Aldunate (1925-2005) tiene, como en la imagen que encabeza este artículo, una mirada intensa y vasta, capaz de perfilar mundos complejos que interactúan con la cotidianidad y el tiempo, uno más filosófico que el reloj superficial. Fue narradora y libretista de radio que publicó ocho novelas —dos de ellas cortas—, dos antologías de cuentos y cinco libros para jóvenes, dedicados a las mujeres del futuro: sus nietas.
De Aldunate, que algunos comparan con la estadounidense Ursula K. Le Guin o la inglesa Tanith Lee, leímos su relato «Juana y la cibernética» (1963), con el que empieza una pasión por la ciencia ficción y sus posibilidades. En este cuento una mujer de 44 años, sola, pasa el Año Nuevo en la fábrica donde trabaja. En esa soledad que la obliga a pensar en sí misma tiene la visión de que la modernidad y sus máquinas también deberían tenerle deparados orgasmos más que necesarios.
De acuerdo con el sitio web mujeresbacanas.com, las protagonistas de Aldunate «son mujeres marcadas por el paso masculino en sus vidas, siempre devastador y restrictivo», y afirma que la autora chilena «supo construir lo fantástico desde lo femenino [intuyo no tradicional] y lo feminista; una mirada distinta, acaso más profunda a los mundos y fantasmas creados».
Mi lectura sobre «Juana y la cibernética» es que se trata de un relato estética y filosóficamente sexy que incluye lo erótico-no-violento. Desde los deseos y el cuerpo de una mujer no idealizada expone explosivas y potentes reflexiones y percepciones de la libertad. Es una historia que fusiona piel y máquina por la voluntad de una fuerza femenina que evoluciona.
Con Amparo Dávila y Elena Aldunate doy inicio a esta exploración que espero continuar en las próximas entregas.
†
0 Respuestas a "Tras la pista de mujeres que escriben (I): Amparo Dávila y Elena Aldunate"