¿De qué sirve «celebrar» el Día Mundial del Medio Ambiente?


Lahura Emilia Vásquez Gaitán_ Perfil Casi literalDebo ser una mala maestra de Ciencias Naturales, pues nunca he sabido cómo celebrar las fechas alusivas al ambiente. Intenté encontrar el lado positivo de hacer murales reciclados, pero su atractivo visual era tan escaso que rara vez alguien los leía. Probé hacerlos con papel nuevo, colorido y vistoso y tampoco percibí que tuvieran el más mínimo impacto por más hermosos que fueran. Ya sembré árboles de todas las especies con los estudiantes y también los vimos morir al poco tiempo por falta de seguimiento y cuidados. No es fácil celebrar el Día Mundial del Ambiente en una sociedad que nos envía cientos de mensajes silentes e implícitos que nos automatizan a tener patrones de comportamiento que son completamente contrarios a la protección y cuidado de nuestro entorno. El sistema de consumo y los valores que promueve hace de la sensibilización ambiental una tarea titánica, si no es que imposible.

Nos han vendido la idea de que la crisis ambiental es un problema individual, y no es así. La situación grave del planeta es una problemática muy vinculada a las grandes corporaciones, a la manipulación y control mediáticos y al poder en el mundo. Nuestro estilo de vida ―que gira en torno a una falsa libertad individual que consiste en que todos podamos consumir lo que el dinero nos permita― nos hace producir cantidades exorbitantes de desechos. Vivir con más cosas de las necesarias se paga con un cheque ambiental que no prescribe y que recae de forma muy dolorosa sobre las mayorías más empobrecidas.

Se hacen inversiones millonarias en publicidad para reforzar el ideal de we are free aunque este modelo comprometa la supervivencia de toda la humanidad y nos vuelva esclavos de nuestra propia estupidez. Convencernos de esta idea y persuadirnos de que la responsabilidad es tan solo nuestra y que desde ella es que debemos atender y resolver la crisis del planeta es sumamente exitoso para que las cosas continúen como están. Mientras más individualizados estemos, más consumidores seremos y más concentrados en nuestro pequeño universo estaremos. Mientras más individualizadas sean las acciones, serán más aisladas, su impacto será menor y será mucho más difícil cambiar algo.

Este año la celebración del Día Mundial del Ambiente tiene como lema «Sin contaminación por plásticos». La capacidad destructiva que estos tienen en los ecosistemas es inimaginable. Tardan cientos de años en degradarse e interfieren en procesos ecológicos que son altamente sensibles. Si usted al momento de hacer esta lectura levanta la vista y ve cuántas cosas plásticas hay a su alrededor, se dará cuenta de que no son pocas. No se trata solo de los objetos que utilizamos sino también de los cientos de compuestos que quedan como residuos en el proceso de manufactura de todo cuanto nos rodea. Incluso aquello que hemos creído «natural» y «orgánico» hace días dejó de serlo. Las malas prácticas en la agricultura y la cantidad altísima de pesticidas que se utilizan han dejado como saldo suelos infértiles que ya casi no poseen los minerales ni los nutrientes que las plantas requieren para crecer, y en consecuencia, nosotros tampoco.

Pero la contaminación no es el problema más difícil de resolver. Nuestro doble discurso y falta de claridad en cuanto a los responsables directos de la crisis ambiental daña más al planeta que la contaminación en sí misma. Pretender sensibilizar sobre el tema ambiental sin referirnos a quien concentra el poder y distribución de la riqueza es un discurso vacío cuya reflexión no tiene impacto.

No, no me malinterprete. Las pequeñas acciones sí son importantes, sin embargo, cuando todo el discurso normativo se concentra en ellas, responsabilizando de la crisis solo al individuo y dejando por fuera el análisis crítico de aspectos relacionados con la economía mundial ―quién produce los contaminantes, por qué y para qué, hacia dónde se orienta la publicidad y los valores que promueve―, el propósito de invertir millones en campañas verdes realmente no pareciera crear consciencia y solo nos sirve para lavarnos las manos al más puro estilo de Poncio Pilatos, manteniendo intacto el «quid de la cuestión» que no radica solamente en el individuo.

Hace tres mil millones de años surgieron los primeros sistemas multicelulares con el propósito de protegerse de los depredadores, almacenar comida para largo plazo, especificar la realización de tareas, etcétera. Pareciera que las células comprendieron que unidas les iría mejor y así fue. La multicelularidad supuso ventajas que dispararon vertiginosamente el proceso evolutivo de las especies. Desde nuestros más ancestrales orígenes, el mensaje es claro: la comunión es imprescindible para la supervivencia. Una persona en la tribu siempre tendrá mayores probabilidades de sobrevivir. Una persona aislada es débil porque la individualización acaba por traer desesperanza.

Me divierte mucho ver la hipocresía con la cual celebramos cada fecha relacionada con el ambiente. Sigamos celebrando con murales y actividades que no celebran nada. Sigamos creyendo que desde nuestra individualidad vamos a cambiar el mundo, haciendo murales de basura, decorando con papel reciclado, plantando un árbol en cualquier sitio que luego abandonaremos a su suerte. Mientras no apuntemos al corazón del sistema económico que nos destruye, seguiremos arando en el mar.

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1 Respuesta a "¿De qué sirve «celebrar» el Día Mundial del Medio Ambiente?"

  1. Soy testigo de tus esfuerzos individuales por proteger el medio ambiente; en tu casa y con tus estudiantes. Cuanta razón… A los «dueños del mundo» -grandes corporaciones- no les importa el medio ambiente, a los políticos de nuestro país Honduras, no les importa el medio ambiente. Desde hace mucho tiempo habrían promovido leyes para evitar el uso de bolsas plásticas en los supermercados, el uso de pajillas en los restaurantes, pero aquí nadie dice nada. Me alegró leer tu escrito sobre el medio ambiente.

    Saludos y un fuerte abrazo mujer de ciencias.

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