Diferencias y similitudes entre los diputados panameños y los senadores estadounidenses


Acá en Panamá el nombre que se les otorga es diputados. Son los llamados a mejorar el país a través de las leyes, los elegidos por el pueblo para velar por sus intereses y para crear los instrumentos que el gobierno debe utilizar para mejorar la vida de todas y cada una de las personas que habitan el país.

En Estados Unidos los llaman senadores y en principio su trabajo es el mismo: crear leyes. Representar al pueblo. Hacer del país un país mejor.

Sin embargo, Estados Unidos se encuentra en medio de uno de los escándalos políticos mas grandes de su historia y que ha puesto al Senado en la mira del mundo, mientras que la Asamblea Legislativa en Panamá pelea a capa y espada contra cualquier intento de regular su «trabajo». Por más que en muchas cosas seamos diferentes, en cuestiones como esta somos prácticamente lo mismo. No cabe duda de que las artimañas políticas trascienden fronteras.

Los políticos hacen campaña por votos. Prometen, prometen y prometen mientras que a los ciudadanos les toca creer dichas promesas, muchas veces porque no queda de otra. Hace mucho rato que, con cinismo, tanto políticos como ciudadanos, alimentamos el mismo círculo vicioso, pero tampoco es que tengamos muchas opciones. Pues por alguien hay que votar, ¿no?

Así que en Panamá —como también sucede en los otros países de Centroamérica, o al menos en los que sí se ejerce la democracia— no optamos por elegir al mejor, sino al «menos peor», depositando en él o en ella la poca confianza que nos quede. «Con que al menos haga algo», pensamos. O a veces, basta con que no nos haga pasar penas.

Hoy en Estados Unidos los senadores, especialmente los republicanos, hacen pasar pena propia y ajena a sus constituyentes. La gente que los eligió seguramente esperaba más que los encargados de llevar a cabo un juicio contra el presidente de Estados Unidos por abuso de poder, pero tal parece que prefieren decir «Mejor no oigo, no oigo, soy de palo». Eso sí: que ellos hagan como si no ven no significa que el resto del mundo sea igual de ciego.

Mientras tanto en Panamá —donde los escándalos políticos no son tan sonados como en Estados Unidos— tenemos a los mismos gritones, chabacanos y medio inútiles de siempre. Los mismos que juran y perjuran que trabajan por los ciudadanos mientras se rehúsan a ser supervisados y, por ende, a la fuerza hay que confiar en ellos.

Pero estamos en 2020 y ya estamos cansados de la confianza ciega y de que otros —que en verdad no nos representan— decidan por nosotros. Cansados de que los intereses particulares sean mucho mas importantes que los intereses de todas las personas.

Y mientras ellos permanezcan sin supervisión y el pueblo tenga que aguantarse sus berrinches no podemos hacer mucho. Excepto no quedarnos callados.

¿Quién es Lissete E. Lanuza Sáenz?

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