Algo en las entrañas


Gabriel García Guzmán_ Perfil Casi literal

No puede esconderse. Está a la vista. Es tan obvio que su alusión sola es redundante. Todos y todas lo vemos en la mañana. Lo vemos en la tarde. Lo intuimos con las entrañas al irnos a dormir. No puede esconderse, Occidente se desintegra.

Vivimos ya la época posindustrial. La época de la posestética. La época de las posciencia. La época de la posfilosofìa. La época incluso de la poshistoria. Somos posmodernos. Y no somos hegemónicos, no. Somos subordinados. Somos los neoesclavos en el proceso de producción, una pintoresca neocolonia tropical de suelo feraz y materias primas. Somos a los que saquean.

Pero lo digo de nuevo, Occidente se desintegra. Y no me lo dice la devaluación de la moneda. No me lo dicen sus índices de desempleo. No me lo dice su inflación. No me lo dice su deflación alarmante. No me lo dice su deuda feroz, la cual no desean pagar. No me lo dice la reiterada caída en recesiones que bien podría considerarse ya una depresión. No me lo dice su desesperada búsqueda de oro. No me lo dice la inminente quiebra de sus bancos. No, me lo dicen las entrañas. Me lo dice su cultura neomedieval.

Siento que sopla un viento fuerte, y cobra justa revancha. Me lo dicen sus novelas vacías de contenido. Me lo dicen sus artistas sin trabajo ni asistencia social. Me lo dicen los así llamados trhillers. Me lo dicen las novelas negras: leer muertes por el gusto de morbo y sadismo. Me lo dice su música académica que no es más que disonancia y ruido. Me lo dicen sus cuadros de porquería, manchas sin forma que no usaría ni como portavasos. Todo me lo dice, me lo dice al oído, desde las entrañas… Occidente se desintegra.

Siento que sopla un viento fuerte, y cobra justa revancha. Siento que el hechizo de soledad se rompe sobre nuestro amado Macondo. Siento a Melquíades cantando en lo profundo de mi pecho. Algo me habla desde las entrañas. Y es como lo que odian y temen. En mis entrañas hay un cuervo que los otea desde el busto de su amada Palas, en mis entrañas hay un revolotear de profecía nefanda. En mi boca descansa la copa de la ira de Dios… Y son mis plumas las del día que aguardan, y en mi graznido oyen Nevermore.

Siento que sopla un viento fuerte, y cobra justa revancha.  Siento en mis entrañas el vómito y el asco. Siento en mis entrañas la rabia y la caída. Siento en mis entrañas la sentencia: Nevermore.

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