Para reconciliarse con Marco Antonio «El Bolo» Flores


Rubí_ Perfil Casi literalLa lectura de la novela Los compañeros llevó a muchos a pelarse más de una vez con el narrador guatemalteco Marco Antonio Flores. Y cómo no, si es la novela de culto en los periplos académicos de quienes nos formamos en lo estatal. Procaz para algunos y genuino para otros, la narrativa del Bolo es un bocado grande y nuestro cogote literario tan estrecho que nos cuesta tragarlo y digerimos sus páginas no sin antes padecer la indigestión por lo escatológico o el vocabulario ―para algunos― ordinario. Nadie como Flores para iniciarnos en el realismo sucio.

Y aunque poco o nada sabe el novicio estudioso de las letras de Charles Bukowski o de John Fante para entender a Marco Antonio antes de lapidarlo y engavetarlo, la suerte con su narrativa está echada desde un principio. Por fortuna, también escribió Viaje hacia la noche, una novela con la que se redime.

Como su último trabajo narrativo, Viaje hacia la noche es una novela de reconciliación: un hombre que habla de su vida desde el sopor de la vejez. Evoca el pasado pero sin derrota, con nostalgia pero también con aceptación. Cansado del cansancio, habla de sí desde la llaga supurante de un país conquistado donde los pilares sociales se derrumban junto con sus ideales revolucionarios. Así, el hombre sin nombre que protagoniza esta novela es una moneda al aire para su padre, un boleto sin retorno para las figuras matriarcales, un desacierto para la academia religiosa y un desertor de la rebelión.

El Bolo no pierde su estilo mordaz en Viaje hacia la noche, impone juicios soberbios y no deja pasar escenarios perturbadores, pero lo hace desde la óptica opaca y pasiva de la despedida. Es incómodo, pero se le perdona la catarsis por la paz que consigue consigo mismo a partir de ella.

Por lo agotador que resultaría, párrafos atrás dejé la intención de reseñar la última entrega narrativa del Bolo porque entiendo que ―a excepción de su poesía―  hay mucho de él para resistirse a leerle. Sin embargo, la bandera blanca puede izarse a través de Viaje hacia la noche para así perdonarle los sinsabores del bautizo forzoso de Los compañeros.

Se vale distanciarse de Marco Antonio un par años si es necesario, pero lo injusto sería reducirlo a lo sugerido por la academia. Hay que reconciliarse con él y Viaje hacia la noche es el medio para lograrlo.

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