Nada más utópico que asistir a un cine sin aire acondicionado mientras la temperatura alcanza los cuarenta y dos grados centígrados afuera. Todo es calor, mosquitos y nuestra humanidad cayendo a gotas como un helado que se echa a perder. La atención se rompe porque cualquier idea sale del organismo, tal como sucede con el intento de reunir el cuerpo y la mente en esa batalla; lanzarse a una experiencia cinematográfica de más de tres horas y en un ritmo cadencioso, contemplativo, cerebral…
De esto solo puedo imaginarme viendo El espejo, Rashomon o Gatopardo en un cine habanero en los momentos más difíciles del período especial. He tenido la desventaja de conocer La Habana en sus veranos más intensos, acaso agosto o septiembre, y la experiencia ha sido extenuante, lo que nunca me ha permitido disfrutar de una ciudad tan hermosa, llena de gente conversadora y singular. La verdad, mis tres breves visitas han sido muy parecidas a un viaje a otro planeta. De eso que no me resulte difícil identificarme con el paisaje humano y geográfico que Carol Zardetto describe en Cuando los Rolling Stones llegaron a La Habana.
El cruce de caminos en las buenas novelas contemporáneas es cada vez más evidente y la respuesta a la poesía obsoleta de verso solemne y críptico; o, en su opuesto, destilado de esa miel reivindicativa que gusta tanto a quienes se erigen como la nueva moral del mundo.
En tiempos tan tenebrosos para la lírica, es la novela y el relato quienes acuden a renovar la literatura. Este diario-novela-ensayo es una observación detenida, anotada como un registro con observaciones breves pero exactas, afiladas con humor y sin compromisos retóricos. Al fin de al cabo se lee con más gusto a un escritor inteligente que a un buen narrador porque el conocimiento profundo de la vida es una cosa y el escribir bien una historia es otra, ya que se puede conocer más el ejercicio técnico de la escritura que a la vida en toda su complejidad.
A partir de la hazaña jamás contada por alguna mujer centroamericana —esa de escribir acerca de un viaje para filmar un documental en Cuba y confesar con toda claridad de detalle lo absurdo de algunas empresas—, Zardetto nos abre las puertas al maravilloso mundo de aquella extinta vanguardia rusa: Dziga Vertov, Mikhail Kalatozov, Sergei Eisestein; o bien, hace su propia versión de Memorias del subdesarrollo, enorme película de Gutiérrez Alea, deambulando y anotando la vida en esta Cuba cada vez más postrevolucionaria.
Cuando los Rolling Stones llegaron a La Habana es una novela que habla de la cultura, del amor al cine, de la incertidumbre ante la utopía y la vida de quienes habitan esos tres mundos mencionados. También las contradicciones que quienes persiguen las realidades opcionales que devoran el mundo hoy en día: el dogmatismo, la frivolidad y el drama.
Esta novela ocupa y un buen espacio en mi memoria y costará que sus detalles se borren completamente de mi admiración como lector.
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