De padres, niños, pobrezas y derrotas


Javier Payeras_ Perfil Casi literal_Comenzamos nuestra vida «útil» cuando nos hacemos completamente independientes. De eso que nuestros padres den por hecho que su labor quedó terminada cuando logramos cubrir por nosotros mismos nuestras necesidades. Así concluye el ciclo ominoso de la paternidad asumida como un tipo de trabajo patriótico y cristiano cuyo sentido fundamental es multiplicarse.

Desde antes del matrimonio, casi desde la infancia, recibimos esa encomienda de ser padres. Traer un niño al mundo es algo tan común y corriente como tener una mascota o una planta, algo que debe celebrarse porque es motivo de una alegría sin complejidad.

Muchos son los casos de las adolescentes que se embarazan y construyen sus improvisados núcleos familiares sin darse cuenta del daño tan grande que se hacen y que le hacen a la sociedad. Es que hemos simplificado a tal punto la importancia de la vida que ya ni siquiera podemos darle un mejor significado.

El desastre en sociedades como la guatemalteca comienza con nuestra incapacidad para ver las cosas claramente. La vida en este país no vale nada desde antes de comenzar. En Centroamérica difícilmente vamos a salir de la pobreza si no llegamos primero a un acuerdo en el tema de la educación sexual y de la planificación familiar en los más jóvenes. Nuestra mayor derrota no está en la violencia, sino en la cantidad de niños analfabetas, maltratados y hambrientos que tenemos hoy, y en el horizonte de posibilidades que le aguardará como adultos en el mañana.

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