Y la curva de la corrupción, ¿cuándo la aplanamos?


Los momentos difíciles siempre sacan lo mejor y lo peor de la gente. Miro la televisión y cada segundo de Donald Trump en mi pantalla me parece una clara prueba de que, en las peores circunstancias, siempre habrá alguien más interesado en su propio beneficio que en el bienestar de la humanidad.

Pero hay cosas buenas también. Gente que se sale del camino para ayudar a otros, vecinos que hacen las compras por los que no pueden salir, aquellos que rechazan bolsas de comida porque los vecinos las necesitan más. Eso también lo veo.

En el fondo —y nadie más sorprendida que yo— me parece que Panamá lo ha hecho bastante bien. Acá parece que la ciencia todavía manda y las decisiones se toman pensando en el bienestar general, no en el bolsillo de algunos. Pero eso no significa que Estados Unidos sea el único país donde los grandes solo piensan en los grandes.

Acá las decisiones económicas las toma el presidente, de la mano de los mismos asesores de siempre; hombres poderosos (a las mujeres con poder no las invitan a la mesa) que decidirán lo que les conviene a ellos primero, segundo y tercero. Además, los bonos solidarios y las bolsas de comida que, en todos los casos, deberían ir a los más necesitados, a veces llegan a las manos correctas y otras no porque siempre hay un político de por medio.

Y es que en estos tiempos no queda más que preguntarse: ¿Será que si aplanamos la curva de la epidemia podremos aplanar la curva de la corrupción? No digo desaparecerla de un día para otro, eso no es realista ni en un caso ni en el otro. Pero quizá ahora, que más necesitamos de un gobierno honesto que piense primero en el pueblo, ¿será que logramos que nuestros gobernantes piensen un 30 por ciento menos en llenar sus bolsillos y dediquen ese tiempo a trabajar por la gente por la que supuestamente deberían haber estado trabajando todo este tiempo?

Imagínese lo que cambiaría, no solo en Panamá, sino también en nuestros países centroamericanos si lográramos esto. Solo un 30 por ciento. No más, ni menos.

Estamos en media pandemia y, como dije antes, esto saca lo mejor y lo peor de la gente. Pero les aseguro que en estos tiempos, aunque todos soñamos con un gobierno que ponga a la gente primero, por lo menos nos contentaríamos con aplanar la curva de la corrupción. A fin de cuentas, eso tampoco sería pedir mucho.

¿Quién es Lissete E. Lanuza Sáenz?

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