“Cierra con llave tus bibliotecas, si quieres, pero no hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”.
Virginia Woolf
Después de haber leído Una habitación propia llegué a la conclusión que todas las mujeres del mundo sin excepción (y quizá los hombres también) estamos en deuda con Virginia Woolf. Y es que sin duda alguna, Woolf representa esa voz femenina que hizo eco en mi corazón justo en un momento de mi vida donde espero que la humanidad encauce el feminismo por una vía donde se busque la verdadera equidad de género y la autonomía femenina en todos los sentidos.
En términos generales, además de concordar con varias de las ideas que plantea Woolf, estoy segura que esta obra no solamente es una joya literaria, sino un legado importante para la evolución posterior de la búsqueda de la igualdad de género y la comprensión del papel que las mujeres hemos desempeñado en la literatura universal. Y es que gracias a Virginia Woolf pude apreciar de forma justa la labor de las mujeres que escribieron obras literarias antes del siglo XX, pues el valor de dichas obras trasciende el ámbito literario.
Escritoras como Jane Austen y las hermanas Brontë, según Woolf, no disponían de los mismos privilegios que poseen las escritoras de nuestra época; ellas escribían en la sala de estar de su casa, víctimas de continuas interrupciones cotidianas como “Ven a limpiar”, “Tienes que abrir la puerta”, etcétera. Por si fuera poco, no disponían de independencia económica ni de estudios universitarios. En resumen, hacer literatura bajo esas condiciones era una verdadera proeza.
Asimismo, Woolf, utilizando algunos ejemplos ficticios describe los escenarios vividos por las mujeres antes del siglo XIX, asegurando que si William Shakespeare, por ejemplo, hubiese tenido una hermana con dotes literarios, posiblemente no hubiera gozado del mismo reconocimiento que su hermano. De hecho, el músico austríaco Wolfgang Amadeus Mozart, tenía una hermana llamada Marianne, tan niña prodigio como su hermano menor, sin embargo, al casarse con la pareja impuesta por su padre, su carrera musical simplemente se truncó. Un ejemplo real que ilustra a cabalidad las vivencias de muchas artistas de esa época.
Regresando al mundo literario, si bien es cierto que la historia registra la presencia de grandes escritoras desde el nacimiento de la poetisa griega Safo, la reivindicación del papel de las mujeres en la literatura sigue siendo una tarea que a la fecha tiene muchos retos por delante.
Virginia Woolf aseguraba que para escribir, las mujeres necesitamos una habitación propia y quinientas libras esterlinas, cifra que era más que suficiente para vivir bien en aquella época. Sin embargo, creo que la habitación propia a la cual se refiere va más allá de un espacio meramente físico y se trata más bien de un espacio vital en el que cualquier mujer, escritora o no, puede buscarse, perderse y volverse a encontrar a sí misma.
Hoy las ideas de Woolf respecto a la autonomía femenina, el papel de las mujeres en la literatura y nuestro rol social deberían resplandecer como un faro que nos guíe hacia una mejor ruta, mucho más justa y digna para todos.
Cuenta la historia que hoy hace 75 años Virginia Woolf dejó este mundo. Sin embargo, su voz aún debería ser escuchada tanto por las mujeres en el planeta que disponen de una habitación propia como por todas aquellas que todavía no la poseen, y que son la mayoría.
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¿Quién es María Alejandra Guzmán?