A todos los lectores les propongo una dinámica muy interesante previa a la lectura. Pregunten a cinco maestros o maestras de nivel primario o medio cuáles consideran que son las áreas de conocimiento claves para la formación de sus estudiantes y estoy segura que muy pocos o ninguno mencionará una materia vinculada con formación artística.
¿Por qué sucede esto? A mi criterio, el paradigma educativo actual está orientado a formar personas productivas laboralmente hablando, por ende “útiles” al sistema, pero no para brindar una educación con enfoque integral que dentro de sus objetivos primordiales incluya una formación artística sólida que permita que los estudiantes desarrollen juicio crítico y sensibilidad social e individual. Y este paradigma genera que se dediquen muy pocos períodos de estudio a esas materias.
Asimismo, a causa de ello, los estudiantes suelen percibir dichos períodos como “el tiempo libre” dentro de la jornada escolar, percepción generada también por la apatía de varios docentes al impartir dichas asignaturas, quienes en ocasiones consideran que la enseñanza del arte es pérdida de tiempo.
Lamentablemente, el maestro promedio en Guatemala (y quizá en América Latina) no comprende que la formación artística va más allá de aprender técnicas de pintura, interpretar una melodía en flauta o llevar a los estudiantes al teatro tan solo una o dos veces al año. No lo entienden porque ellos mismos fueron víctimas de una educación formal deficiente donde probablemente no se incentivó el interés por el arte en general.
Él éxito en la formación artística no se mide únicamente por cuán brillante sea una interpretación de una pieza musical o cuán bien maneje el estudiante la técnica del claroscuro al colorear el dibujo de una manzana, por citar ejemplos. El verdadero indicador de logro muestra cuánta sensibilidad se logra despertar en el estudiante a raíz de ponerlo en contacto directo y frecuente con puestas en escena, conciertos de ópera, lecturas de poesía o narrativa, visitas guiadas a museos, etcétera.
Es importante mencionar que estas actividades, además de fortalecer la formación artística, permiten que el maestro realice andamiajes con otras áreas de aprendizaje. Un ejemplo de esto es cuando se visita una galería de arte o una exposición colectiva donde el docente, o incluso los padres de familia, pueden hacer conexiones entre el arte y la historia.
En agosto pasado, por ejemplo, me dio mucho gusto ver a padres de familia con sus hijos en la muestra pública de las obras del Museo del Prado, de España, que se efectúo aquí en Guatemala. Durante las visitas guiadas era realmente gratificante ver cómo los niños, con la curiosidad natural que les caracteriza, prestaban atención a cada una de las explicaciones correspondientes al contexto histórico y social de cada pintura. Esto ejemplifica muy bien a qué me refiero con inculcar el gusto por el arte a los niños, niñas y adolescentes, e incluso, a los mismos adultos.
Por supuesto, el aspecto técnico de la formación artística es importante para el desarrollo de sus habilidades psicomotoras, pero no debería ser el único objetivo a perseguir. En el momento en el cual la mayoría de alumnos de todos los niveles se interesen de forma genuina en ver una obra de teatro, estudiar danza, adquirir una obra literaria que no haya sido asignada por su maestro o asistir a una exposición de pintura o fotografía, se habrá alcanzado una de las metas más trascendentales que un educador puede lograr.
¿Cómo alcanzar este objetivo? Es muy simple. Antes que incentivar el gusto por el arte en un niño o en un adolescente, maestros y padres de familia deben interesarse naturalmente por cultivar su propia sensibilidad artística. De lo contrario, el camino será una pendiente sin final.
†
¿Quién es María Alejandra Guzmán?
Y algo muy interesante que no se mencionó en el artículo: más que desarrollar la habilidad técnica, más, incluso, que despertar la sensibilidad artística (lo cual es muy deseable también), también es importante el desarrollo de la creatividad y el del pensamiento divergente. En educación todavía hay una tradición de darle preponderancia a lo intelectual cognitivo sobre cualquier otro tipo de inteligencia. Eso ha cambiado ya, desde hace mucho, en los sistemas educactivos de otras latitudes, pero aquí todavía vamos fritos con esto. La formación se convierte en depósito de conocimientos, muchas veces inútiles para los estudiantes.
Muy buena observación, estoy de acuerdo con fomentar la divergencia de pensamiento en las aulas, creo que es parte de brindar educación integral y no limitarnos solamente al desarrollo de destrezas cognitivas. Muchas gracias por el aporte.
Me gustó tu artículo y también estoy de acuerdo con Leo: la educación artística aporta sustancialmente a la formación de personas creativas, independientes y abiertas a cambios y divergencias… tal vez sea por eso que en América latina se ha desalentado tanto.
Muchas gracias por sus comentarios. Le mando un cordial saludo.